Mónaco
Marchando otra de clásico
Había una vez; por María José Navarro
A partir de ahí, se espera a que llegue un partido de la Selección española y ya tenemos de nuevo jolgorio infantil con los enfadicas.
Miren Vds que a mí no me gusta nada el circo. Ni el que usa animales ancianos para provocar bocas abiertas entre los niños pequeños ni esos modernos en los que sale gente en una bici boca abajo pedaleando por un alambre. Pero el clásico que nos espera a la vuelta de la esquina es uno de esos espectáculos dignos de contemplar con unos berberechos y unas bravas en la mesa y una buena panda de amigotes alrededor, mucho mejor si los amigotes ni son del Madrid ni son del Barça: siempre habrá más risotadas. Se asiste al ambientillo previo (un tanto enreda, grandilocuente, desatado y pasado de vueltas), se hace una lista de tontunas recurrentes, se cuentan las veces que se ha debatido sobre si Messi o si Cristiano Ronaldo, se recuerdan las declaraciones de hace lustros, de hace siglos, de hace veinte minutos, se recuperan gestos, bravuconadas de Mourinho, quedabienes de Guardiola, se repasan las mejores escenas dramáticas para ver si el actorazo es Di María o Alves, se llama a los colegas merengues y se les mete miedo, a los culés para hacer lo mismo mezquinamente, y luego se sienta uno en el sofá y sólo queda disfrutar de lo que puedan ofrecer dos equipos que no te tocan en absoluto la tecla.
Por una vez, no vas a sufrir. Por una vez, todo lo bueno que veas es simplemente bueno, y todo lo malo formará parte de las razones para desatarte una carcajada. A partir de ahí, se espera a que llegue un partido de la Selección española y ya tenemos de nuevo jolgorio infantil con los enfadicas. No me digan que no es divertido ¡Lucas, saborío!
Con bandera en la ONU; por Lucas Haurie
Emilio Botín y Jaume Roures ya trabajan para que Barça y Real Madrid sean considerados países independientes para jugar mundiales.
Un ejército auspiciado por operadores televisivos, bancos e instituciones públicas ha completado con éxito la demolición de la Liga: una competición de 380 partidos, 378 de los cuales carecen por completo de interés. Si se pretendía reducir el otrora atractivo fútbol español a un show bipolar, felicidades. Han tardado apenas cinco años, la mitad de lo que tardarán en cargarse también la «Champions». Emilio Botín y Jaume Roures ya trabajan para que Barça y Real Madrid sean considerados países independientes para jugar mundiales a los que sólo acudirán, por estricta invitación, las representaciones alevines de Lesotho, Surinam, Yemen, Mónaco y Samoa Occidental, de modo que estén representados los cinco continentes. Debe mantenerse el principio de universalidad aunque para evitar sorpresas, con el consiguiente bajón de audiencia, los citados equipos no podrán alinear a más de seis jugadores contra Culelandia y Merengópolis.
Los Madrid-Barça serán retransmitidos por todas las cadenas de ámbito nacional en simultáneo y los espectadores reacios a contemplar este soberbio espectáculo serán tratados como Alex, el protagonista de «La naranja mecánica»: encadenados al sillón y con un adminículo aplicado a los párpados que los obligue a mantener los ojos abiertos. Durante el clásico, deberán permanecer ce-rrados todos los establecimientos sin televisor. En las casas, quedará prohibida la actividad en la cocina, los dormitorios (la cópula con el balón en juego se considerará estupro) y los cuartos de baño desde media hora antes del inicio hasta una hora después del final, tras la moviola. El diario que al día siguiente no dedique su foto de portada al evento verá secuestrada su edición.
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