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Consultorio sentimental del XVI

Cuándo: hasta el 22 de abril.Dónde: Teatro Pavón. Madrid. Cuánto: 9 euros. Teléfono.915 282 819

Consultorio sentimental del XVI
Consultorio sentimental del XVIlarazon

No resuenan todos los días en un teatro versos de finales del siglo XV y principios del XVI. Antes de ponerlos en escena hay que recuperarlos y para eso nada mejor que la arqueóloga del teatro español, Ana Zamora. Los que han asistido a alguna de sus representaciones («Tragicomedia de Don Duardos», de Gil Vicente, «El milagro del Cristo de los Gascones» o «Auto de los Reyes Magos», que contaron con la colaboración del Teatro de la Abadía), saben que su compañía, Nao d´Amores, sabe crear la atmósfera adecuada para que el espectador viaje en el tiempo. Si en los últimos espectáculos predominaba el componente religioso, ahora «Farsas y églogas» tiene un carácter mucho más profano: «Es menos ritual y más teatro popular, para hacerlo en la calle», por ejemplo en la procesión del Corpus Christi, admite Zamora.

Humanizar arquetipos
Ante todo, este montaje, coproducido con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, es un homenaje a un autor que vivió entre 1474 y 1515, Lucas Fernández: «Era un tema absolutamente abandonado que había que recuperar a estas alturas de la historia de la puesta en escena», declara firme la directora. Si algún mérito le atribuye al dramaturgo es lograr humanizar a los arquetipos. Las églogas, cuyo máximo exponente había sido Virgilio, tienen como protagonistas a pastores: «Frente a las bucólicas de Virgilio, Fernández refleja al pastor verdadero, el que acudía a los mercados de Salamanca, que estaba mucho más cercano a la realidad de su tierra». Sabe de que está hablando: ovejas, ganado... Resulta un glosario gigantesco.

A pesar del vocabulario específico, Zamora asegura que nadie se perderá en la función incluso si no ha puesto un pie en el campo: «Son pastores pero podrían haber sido cualquier otra cosa. Representan la inocencia absoluta, el sentimiento desbocado».
Uno de los atractivos más importantes de las puestas en escena de esta compañía es el tratamiento musical, pues realizan un trabajo de investigación, paralelo al dramático, que supuso aislarse durante semanas en su sede de Segovia, e incorporan partituras de la época interpretadas por instrumentos semejantes a los originales. «La música y la danza no son ilustrativos, forman parte de la esencia del montaje, que tiene algo de zarzuelesco, y que refleja el afán de fusión de las artes del Renacimiento».

 

Enemigos fuera del escenario
No se entiende la figura de Lucas Fernández sin mentar a su antagonista, Juan de la Encina. Ambos se disputaron el puesto de cantor de la catedral de Salamanca, que logró el primero gracias a la ayuda de su tío, y desde entonces se declararon la guerra para siempre. «Fernández venció en aquella batalla, pero Juan de la Encina ha quedado para la posteridad como el patriarca del teatro español», apunta Zamora. Para la directora, de la Encina es más poético y muchos dicen que fue copiado por su rival, pero valora, y mucho, el tono realista que supo dar a los diálogos entre sus personajes.