Estreno
El culebrón de Rossini
«No hay que olvidar que Rossini fue un compositor no diría que comercial, pero sí para el gran público», explica Joan Anton Rechi para justificar la avalancha kistch que envuelve su versión de «El barbero de Sevilla», y, sobre todo, la sobreactuación de sus cantantes.
El culebrón es la traslación que ha encontrado para transmitir el espíritu que el compositor logró con este estreno, sin duda, el más popular de toda su carrera. Esos chistes ya gastados por el cambio de costumbres encuentran nuevos significados trasladándolo a un plató donde se ruedan estas series tan particulares. No se reconoce Rechi especialmente seguidor de estas tandas inacabables de traiciones con final feliz, pero se documentó para proporcionar la atmósfera indicada al montaje: «No he seguido muchos culebrones, pero durante la preparación vi desde "Los ricos también lloran"a "La dama de rosa", "Cristal"»... De hecho, la actuación de Rosina está inspirada en la de Verónica Castro en aquel serial.
Miradas desafiantes
Más allá de los colores chillones que saturan el decorado, la propuesta se basa en las excesivas actuaciones de los protagonistas, incluidas esas miradas desafiantes de los actores, que se resaltan a través de dos pantallas a ambos lados del escenario que muestran el resultado del supuesto culebrón que se filma cuando sube el telón: «Esa interpretación tan artificial se comprende dentro del universo de la telenovela, pero fuera resulta totalmente sobreactuada».
Cantantes cómplices
Para lograr algo así es más que necesaria la colaboración de los cantantes, todos habituales del repertorio rossiniano. «Tenía miedo de que no les fuera a interesar o si iban a prestarse a esta propuesta, pero se han entregado. Conocían muy bien el material, son auténticos especialistas. Al principio tenía que pedirles más y ahora tengo que frenarles», asegura el director. Además de Manuela Custer (Rosina) y Pietro Spagnoli (el barbero), destaca la entrega de José Manuel Zapata, el conde Almaviva, que «me ha ofrecido hasta siete posibilidades distintas de interpretar "Pace e giogia", un aria ya de por sí divertida en la partitura original. También se acuerda de Lorenzo Regazzo, cuyo Bartolo aquí es «un actor veterano que fue una gloria en su momento y que ahora tiene «problemas de alcoholismo, la causa de que se equivoque o aparezca en plano cuando no le toca». ¿Se atrevería un teatro de temporada con una propuesta así? «El público de los festivales es distinto. Está más relajado y está dispuesto a verlo todo de otra manera», responde.
El detalle. Discípulo de Carsen y Bieito
No es de extrañar la propuesta si tenemos en cuenta que Rechi es un discípulo aventajado de Calixto Bieito, aunque también se ha formado con otros como Robert Carsen o Willy Decker: «He intentado aprender al máximo de todos ellos. Por ejemplo, de Bieito a cómo trabajar la energía, algo fundamental en escena; de Carsen, las lecturas especiales que hace de las obras».
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