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Los «brotes verdes» que cegaron al Gobierno del PSOE

Un tardío ejercicio de contención del gasto ha llevado el déficit público dos puntos por encima de la previsión

Los «brotes verdes» que cegaron al Gobierno del PSOE
Los «brotes verdes» que cegaron al Gobierno del PSOElarazon

MADRID- Contra viento y marea, como si la cosa no fuera con él, el anterior equipo económico del Gobierno mantuvo a lo largo de la segunda Legislatura de Zapatero unas previsiones económicas irreales, como ahora se han demostrado. Ajeno al devenir de los mercados y a las previsiones de los organismos internacionales, se empeñó en ver en la economía española «brotes verdes» en donde sólo había yermo.

Este punto de mira llevó a una voluntariosa vicepresidenta económica a lanzar las campanas al vuelo de la recuperación económica en mayo de 2009. «Esperemos semanas y los veremos. Los brotes verdes de la recuperación están a punto de llegar a la economía española», vaticinó por entonces una optimista Elena Salgado durante una comparecencia en el Senado. Los datos del paro de abril de ese año le dieron pie para hablar de los famosos y polémicos «brotes verdes». Mientras, la mayoría de los expertos guardaba entonces, y no digamos ahora, cautela sobre esas señales de reactivación.

Pero no es de extrañar que en ese momento el equipo económico se equivocara en su vaticinio. Ya lo hizo un año antes. En aquellas fechas, la economía registraba un crecimiento negativo del PIB en el segundo trimestre del ejercicio. Sin embargo, el Gobierno recién emanado de las urnas se empeñó deliberadamente en negar en público la evidencia, recurriendo a eufemismos como desaceleración económica en lugar de recesión, después de cerrar meses antes la puerta a la crisis.

Y es que la historia del Gobierno socialista en materia económica ha sido la de una ocultación de la verdad continuada y prolongada en el tiempo, con diagnósticos ajenos a la realidad del país. Como botón de muestra, en lugar de adoptar medidas de contención del gasto en 2008, fecha en la que el país entró en recesión, el Ejecutivo aplicó una deducción de 400 euros en la cuota del IRPF a todos los contribuyentes, con independencia de sus rentas.

Por si fuera poco, al año siguiente Salgado vio «brotes verdes» donde los expertos veían sequedad por una buena cifra aislada del dato de abril. El paso del tiempo ha corregido esta cifra al alza y, en estos momentos, el desempleo en España supera casi la escalofriante barrera de los cinco millones de parados. A finales de 2009, este error de cálculo de la salida de la crisis le llevó a la ex vicepresidenta primera del Gobierno a sentar los Presupuestos Generales del Estado de 2010 en un erróneo escenario macroeconómico, con una reducción irreal del déficit público.

Meses después, la realidad se impuso y el Ejecutivo de Zapatero tuvo que afrontar el mayor recorte social de la historia democrática del país, con un paquete de medidas en el que se rebajó el sueldo a los funcionarios una media del 5 por ciento y se congelarán sus retribuciones y las de los pensionistas en 2011. Sin embargo, el ajuste, pese a la severidad, llegó tarde para conseguir poner freno a un disparado déficit público. No obstante, Salgado consideró suficiente el recorte de mayo de 2010, acompañado de una inconclusa reforma del sistema financiero y de unos cambios ineficaces del mercado laboral, para pronosticar un crecimiento del PIB en 2011 y en 2012 del 1,3 y del 2,3 por ciento, respectivamente. Una vez más, el tiempo ha dinamitado estas optimistas previsiones. El Banco de España confirmó semanas atrás un decrecimiento del PIB en el tercer y cuarto trimestre de 2011, ejercicio en el que la economía crecerá levemente para entrar en recesión en 2012.

Este error de cálculo en el crecimiento económico por parte del anterior Ejecutivo ha tenido, como no podía ser de otra manera, su fiel reflejo en las estimaciones de reducción del paro y del déficit público. En el primer indicador, el desempleo amenaza con superar la fatídica cifra de los cinco millones de parados en los primeros meses de este año, al calor de la entrada de España de nuevo en una etapa recesiva.

En el segundo, una economía sin «brotes verdes» ha impactado de lleno en los ingresos de las Administraciones Públicas, lo que, unido a un tardío ejercicio de contención del gasto, ha disparado el déficit público en 2011 hasta el 8 por ciento del PIB, dos puntos más de lo previsto o, lo que es lo mismo, 20.000 millones más de lo estimado. La consecuencia directa de esta encadenación de equivocaciones es que el Gobierno deberá reducir el déficit público en 36.500 millones, en lugar de los 16.500 anunciados inicialmente por el Gabinete de Zapatero, para cumplir con los compromisos adquiridos ante la UE. En 2013, nuestro país deberá rebajar su desfase contable hasta el 3 por ciento del PIB si desea seguir perteneciendo al selecto club del euro. Por tanto, el nuevo Gobierno deberá acometer nuevos ajustes para corregir el legado económico heredado.


Las autonomías apelan al sacrificio
Los presidentes autonómicos han hecho un llamamiento a la unidad para salir de la crisis, que sólo se superará –dicen– con el sacrificio de todos, pero reconocen que el año nuevo también será duro. La crisis y el objetivo de crear empleo han sido el denominador común de los discursos institucionales que con motivo del fin de año y el inicio del año 2012 han pronunciado los máximos responsables autonómicos, como Patxi López, Artur Mas, Alberto Núñez Feijóo o José Antonio Griñán.


LOS DATOS
16.500
millones es la cifra de déficit público a reducir según las previsiones equivocadas del anterior Gobierno socialista.
36.500
millones es, tras el análisis de los populares, la cifra real de déficit público a la que tendrá que hacer frente el nuevo Ejecutivo.
8
por ciento del PIB es la realidad que se ha encontrado el PP en lo que se refiere a déficit público.
1,3 y 2,3
por ciento eran las previsiones socialistas de crecimiento del PIB para 2012 y 2013, respectivamente,
5
millones de parados, prácticamente, es el legado que deja el Gobierno de Zapatero.
2013
Año en el que España deberá rebajar su desfase contable hasta el 3 por ciento del Producto Interior Bruto.