Afganistán

«Estos meses ha habido muchos ataques con mina»

Los militares en Afganistán aseguran que «no hay más muertes por la preparación de los soldados»

Soldados españoles trabajan en la construcción de uno de los puestos de observación en el área más peligrosa
Soldados españoles trabajan en la construcción de uno de los puestos de observación en el área más peligrosalarazon

MADRID- «Cada día, a primerísima hora de la mañana, una sección sale acompañada por un grupo de zapadores para reconocer el terreno y asegurarse de que en el tramo en el que van a trabajar los obreros no haya artefactos explosivos improvisados». Ésta es la rutina de una parte del contingente español desplegado en Afganistán, en este caso el encargado de la construcción de una carretera de vital importancia para los aliados al noreste de Qala-i-Now, sede del grueso de las tropas españolas.

La provincia de Badghis, bajo responsabilidad española, tiene dos carreteras en construcción: la «ruta Lithium» y la «ruta Opal» o «Ring road». La primera está financiada por el Gobierno español, la segunda por la OTAN. Y en ambos lados «nos hostigan con relativa frecuencia, pero contestamos con mucho fuego y no nos hacen frente». Ambas carreteras unen Qala-i-Now con la ciudad de Bala Murghab, al norte. Desde la base española, rozando la frontera con Turkmenistán, sube la «ruta Lithium». Abandonado ya el puesto avanzado de Sangh Atesh, las tropas españolas se ubican ahora en Ludina, «territorio comanche», comentan con sorna. Allí, «los tiroteos son casi diarios», tanto que han tenido que rodear las tiendas de campaña con muros de cemento para evitar daños directos sobre los soldados. Eso sí, las «condiciones de vida han mejorado, ya no vivimos en agujeros y hay contenedores para poderse pegar una ducha».

«Raro es el día que no se sufre un hostigamiento», comentan, «te disparan con armas cortas y con morteros, pero normalmente se retiran porque respondemos con nutrido fuego». Ludina está ubicado en una carretera que surge de la «Lithium» hacia la frontera con Turkmenistán o, lo que es lo mismo, una de las principales rutas de salida del opio afgano, de ahí que la resistencia de la insurgencia sea tan insistente.

La otra carretera, la «Opal», es el principal interés de los aliados en la provincia española. De ahí también la presencia de tropas estadounidenses. Desde Qala-i-Now, vía noreste, soldados españoles, norteamericanos y afganos tratan de cerrar la carretera que une las principales ciudades afganas y cuyo último tramo está precisamente ahí. Pero «para construir la carretera hemos tenido que poner puestos de observación cada dos kilómetros y vigilar el trazado las 24 horas, porque si no, te revientan el tinglado». Hasta hoy se han instalado cinco puestos de observación: «Alpha», «Bravo», «Charlie», «Delta» y «Echo». Estadounidenses y españoles se turnan en su contrucción. Una vez asfaltado un trozo de carretera se avanza hasta otro nuevo y se deja al Ejército afgano en los que quedan en retaguardia. Cada día salen de los puestos, observan el terreno, certifican que no hay explosivos y los obreros trabajan. «A las cinco de la tarde acaban», cuentan, «y se queda gente de los observatorios que viven en posiciones excavadas para darles seguridad, y comen raciones a base de latas». Como buenos soldados no ocultan su orgullo por la misión, pero admiten que «las condiciones son bastante duras, con temperaturas de varios grados bajo cero más el riesgo de que te disparen».

El gran peligro, dicen, «no son los disparos, muchas veces tiran desde lejísimos más que nada para hacerse notar, el riesgo más alto son los IED, es la especialidad. Durante estos meses ha habido muchísimos incidentes con artefactos improvisados, desde uno que mató a tres estadounidenses hasta otros con nuestras tropas que gracias a las bondades del RG-31 no hubo que lamentar bajas». Bondades que se quedan en la protección, porque «en cuanto a movilidad dejan bastante que desear». En medio de este relato se paran y casi suspiran: «No ha habido más muertes gracias a la pericia y preparación de nuestro personal, que en varias ocasiones los ha detectado antes de que exploten, no sólo en los caminos, sino en las posiciones que ocupamos para dar seguridad donde no llegan los vehículos», concluyen.
Hoy, unos cuantos militares españoles «dormirán» a varios grados bajo cero en medio del desierto y alerta. Es su trabajo, pero no por ello hay que dejar de reconocérselo.


El PP tacha de «desleal» a Chacón
La portavoz de Defensa de PP, Beatriz Rodríguez Salmones, aseguró ayer en declaraciones a este periódico que «hurtar al Parlamento y la opinión pública la verdadera información de lo que está pasando es ser desleal con los militares que están allí». Rodríguez Salmones reaccionaba así a la información publicada por LA RAZÓN ayer, al tiempo que mostraba su reconocimiento y admiración hacia los militares.