Chile
Cara electoral
A los políticos se les pone cara de elecciones cuando se aproximan comicios. Y eso lo notan hasta los que vienen de fuera, como el presidente de Chile, Sebastián Piñera, que después de recibir las Llaves de Oro de la ciudad hizo alusión en sus palabras a los portavoces de los grupos municipales, de quienes dijo que se les notaba en la cara que estaban a punto de entrar en elecciones. Los más duros se preparan para untarse con un maquillaje de ternura para cuando tengan que ir besando criaturas inocentes; los de mano de hierro se ponen el guante de seda para apretar otras manos, al tiempo que esbozan una sonrisa de ocasión para conseguir un voto; los que tienen el brazo rígido de tanto señalar siempre en la misma dirección hacen ejercicios de gimnasia para engrasar las articulaciones y poder pasar ese brazo por el hombro de los hombres y mujeres de la tercera edad. A los políticos se les pone cara de elecciones o se ponen la careta del teatro: por un lado, la del gesto grave para confeccionar las listas de su partido; por el otro, la del rictus sonriente para hacer campaña en el mercado o en la fábrica. De tanto coger el transporte público para dar ejemplo, se les pone rostro de trabajador somnoliento viajando en cercanías a las siete de la mañana. De tanto ponerse en mangas de camisa para dar mítines de fin de semana, se les pone aspecto de agricultor el día de la romería de la patrona. De tanto contar cosas que van a hacer, les crece nariz de Pinocho. De tanto insultar al contrario, se les pone el rostro blanco, es decir, de José Blanco. De tanto tender al sol los trapos de la corrupción del vecino de enfrente, les salen apostemas y cierto olor putrefacto, y de tanto ver encuestas, se les pone rostro de Leire Pajín, es decir, según se mire, de gozo o de pucherito adolescente. Así las cosas no me extraña que el presidente chileno dijera que nuestros políticos tienen cara de elecciones.
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