España

Despilfarro a todo tren

Tras el cierre de la línea Toledo-Albacete, que sólo utilizaban nueve personas al día, los expertos critican que el AVE haya sido diseñado atendiendo sólo a fines políticos y no económicos

DESCARGUE EL GRÁFICO COMPLETO EN «CONTENIDOS RELACIONADOS»
DESCARGUE EL GRÁFICO COMPLETO EN «CONTENIDOS RELACIONADOS»larazon

MADRID- Tras un par de viajes en las líneas del AVE Madrid-Zaragoza y Madrid-Cuenca, Ray Lahood, secretario de Transporte de EE UU, proclamó hace un par de semanas, para orgullo de los políticos patrios, que, después de visitar quince países, la alta velocidad ferroviaria española es «la mejor del mundo». Cierto, coinciden los expertos. Por condiciones técnicas, así es. Pero la pregunta que todos ellos se hacen no es ésa. Después de comprobar el fiasco de la línea Toledo-Albacete, clausurada esta semana tras seis meses en servicio, con una ocupación media de nueve pasajeros diarios y unas pérdidas de 3,24 millones de euros, lo que realmente se cuestionan es si el AVE está bien planificado.


¿Estratégico?
El modelo español, abrazado por todos los gobiernos, pretende conectar todas las capitales de provincia a través de AVE. Tanto el PP como el PSOE han defendido que se trata de un proyecto estratégico que contribuye a la cohesión nacional. «Los políticos no se han planteado el AVE desde una perspectiva económica, sino partiendo de premisas políticas», afirma Germà Bel, catedrático de la Universidad de Barcelona (UB) y experto en la materia. «Se ha desarrollado en términos de construcción nacional», añade.

España tiene en servicio en este momento 2.665 kilómetros de AVE, según los datos de ADIF, en cuya construcción ha invertido unos 45.000 millones de euros. Una ingente cantidad, a la que hay que sumar un mínimo de 100.000 euros anuales de mantenimiento por kilómetro, que para los especialistas no se justifica. «Es demasiado caro para los usuarios que tiene», añade un experto que prefiere mantener el anonimato.

El año pasado usaron el servicio unos 20 millones de pasajeros. ¿Muchos o pocos? Sólo la línea París-Lyon transportó en el mismo periodo 25 millones; la alta velocidad alemana, 80 millones; y el tren bala japonés, 120 millones. Recuperar la inversión es tarea casi imposible con tal cifra de usuarios. Con el dinero recaudado con los billetes, Renfe sólo cubre los gastos variables: personal, energía y mantenimiento de vía. El resto, construcción y material rodante, corren a cuenta del contribuyente, explican los expertos. Incluso la línea más usada, Madrid-Barcelona, con 5 millones de viajeros, es de dudosa rentabilidad. Reino Unido, pese a tener problemas de congestión y escaso tráfico interior de aviones, sigue echando números.


Contra sanidad o educación
Más que al beneficio en sí mismo del servicio, los políticos se agarran a los efectos económicos positivos sobre la actividad que la llegada del AVE tiene para una ciudad. Unos efectos que Bel pone en entredicho. Se podrían conseguir los mismos efectos con un modelo mixto pasajeros-mercancías, como el alemán, de trenes de 200-220 kilómetros/hora, que requieren inversiones más modestas. No hacerlo así es «un derroche de recursos que podrían invertirse en sectores como la sanidad o la educación».

Pero a pesar de sus cuestionables efectos sociales y de su dudosa rentabilidad, la inversión en AVE no se ha detenido ni siquiera con la crisis. «España no se lo puede permitir; se prometió en su día a todas las comunidades autónomas y ahora es prácticamente imposible de parar».


El AVE en grandes cifras
- 45.000 millones es lo que se lleva invertido hasta el momento en las líneas de alta velocidad que funcionan en España.
- De 12 a 30 millones es el coste medio de construcción por kilómetro, dependiendo de las dificultades geológicas.
- Entre 100.000 y 200.000 euros cuesta el mantenimiento anual por kilómetro, despendiendo de si es al aire libre o en túnel.
- Unos 9 millones de pasajeros es la demanda mínima anual que la UE estima necesaria para que una línea esté justificada.


Verde, pero no tanto
- Uno de los grandes puntos a favor del AVE es que ahorra combustibles fósiles y emisiones de CO2 a la atmósfera. El problema es que, durante el periodo de construcción, el AVE contamina, y mucho. La producción de los materiales, su transporte, el uso de camiones, grúas, bulldozers y tuneladoras contamina tanto que «es difícil que durante su vida útil, en la que continua contaminando, consiga compensarlo».