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Elogios fuera ataques dentro
Mientras en el ámbito doméstico Mariano Rajoy se enfrenta a días duros y difíciles, de puertas afuera goza del reconocimiento general por la determinación y la energía reformista que ha desplegado en sus primeros cien días de Gobierno. Si el lunes eran los altos cargos de Bruselas y de la OCDE los que le elogiaban sin reservas, hasta el punto de que el presidente del Banco Central Europeo atribuyó a las medidas adoptadas en España la estabilización de la zona euro, ayer se sumaron a la rueda el presidente Obama y el primer ministro italiano, Mario Monti, quien se desdijo públicamente de unas declaraciones desconsideradas sobre el futuro de nuestra economía. Y es evidente que el breve encuentro en Seúl de Rajoy con el presidente de Estados Unidos , que acertadamente no se ha querido sobredimensionar con conjunciones planetarias, fortalece la figura de España como un socio fiable y a tener en cuenta. Es verdad que la imagen de nuestro país en el exterior aún está lejos de recuperar el prestigio que le corresponde como una de las doce primeras potencias, pero el arranque del Gobierno del PP está cosechando visibles avances, gracias precisamente a las reformas y ajustes que tan agriamente son contestadas en el interior por la izquierda y los sindicatos. Las próximas 60 horas serán un auténtico «slalom» de tensiones y amargas noticias: mañana jueves, una huelga general que la mayoría de los ciudadanos considera inoportuna e inútil; y el viernes, el Consejo de Ministros dará a conocer los Presupuestos Generales del Estado más restrictivos de los últimos catorce años. Rajoy avanzó ayer algunas de las líneas básicas, de extraordinaria elocuencia: el recorte medio en los ministerios llegará al 15%, dos puntos por encima del estimado inicialmente. Además, se congelará el sueldo de los funcionarios, dato que pese a las apariencias es una buena noticia para un sector que temía un tijeretazo similar al que le propinó el Gobierno socialista. En cuanto a los ingresos, las pistas dadas por Rajoy y Montoro apuntan a que se modificará el impuesto de sociedades para las grandes compañías. Parece descartada la subida de los tributos especiales y del IVA, porque penalizaría el consumo y acentuaría una recesión que ayer constató oficialmente el Banco de España. En esta ardua tesitura, con la presencia de inspectores de Bruselas auscultado en directo las cuentas del Gobierno y los inversores al acecho, los sindicalistas de UGT y CC OO han optado por la «vía griega», es decir, por agitar la calle, enviar a su legión de liberados como piquetes y paralizar el país. Los ímprobos esfuerzos que estamos haciendo todos los españoles para demostrar que España no es Grecia son arruinados por un sindicalismo irresponsable que aún no ha asumido el resultado democrático del 20-N.
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