Barajas

La agresividad que esconde la ley antitabaco

Los numerosos problemas que la polémica ley antitabaco está causando no terminan en las cuantiosas pérdidas económicas que la hostelería dice esta sufriendo como consecuencia de la norma. Nada más lejos de la realidad. Once millones de fumadores se sienten maltratados por una ley que ha venido acompañada de una serie de preocupantes efectos secundarios.

daños colaterales: La prohibición del tabaco en lugares de ocio viene pareja de un aumento de la violencia
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Con los nervios a flor de piel, los enfrentamientos y las discusiones están a la orden del día. En unos casos entre los propios clientes, descontentos unos con la actitud o el comportamiento de los otros, y en otras ocasiones con los empleados de los locales de ocio y restauración, a los que no siempre les resulta sencillo velar por el cumplimiento de la prohibición.

No obstante, desde la mayoría de asociaciones de hostelería destacan el respeto generalizado a una ley que, a pesar de que no gusta en el seno del sector, se está cumpliendo escrupulosamente tanto por empresarios como por clientes, excepto en situaciones puntuales sobre todo en los primeros días de su entrada en vigor. Aún así, los problemas están ahí y es imposible que no haya conflictos cuando la tensión es tan alta. Si bien los mayores problemas se dieron en los primeros días de aplicación de la norma, los incidentes continúan produciéndose aunque en menor grado.

El problema radica en que aunque los problemas son de carácter aislado, como señalan desde la Federación Española de Hostelería y Restauración (FEHR), esto está teniendo también una repercusión económica negativa. «la mayoría de clientes son educados y salen a la calle a fumar. La cuestión es que después ya no vuelven a entrar», se queja Dionisio Lara, presidente de la Asociación de Locales de Ocio Nocturno. Lara denuncia que debido a la nueva ley antitabaco, las ventas en el sector del ocio nocturno han caído casi un 30 por ciento.

Pérdidas económicas aparte, la salida de los fumadores a la calle está trayendo de cabeza a los vecinos. El ruido es un muchos casos incompatible con el descanso nocturno y las fiestas en casas particulares se han disparado. Datos aportados por Lara revelan que las denuncias por ruidos en domicilios durante los fines de semana se han elevado un 1.200 por ciento en la ciudad de Madrid. La suciedad en la vía pública es otro problema añadido. Que miles de fumadores salgan a las calles españolas cada noche para poder encender un cigarrillo inevitablemente va en perjuicio de la limpieza.

En la clandestinidad

El tabaco se ha convertido en una actividad semiclandestina. Sólo se puede fumar en la calle y no en todas partes. Sin embargo, los fumadores se buscan dónde hacerlo. Los servicios de muchos restaurantes y bares de copas se han convertido en un clásico. Los baños de la T4 de Barajas tampoco se libran de ser espacios sin humos. En este sentido Javier Blanco, portavoz de Fumadores por la tolerancia, lamenta que no se hayan habilitado espacios para fumadores en los aeropuertos que evitarían situaciones como ésta.

Los principales problemas detectados en estos dos meses de vigencia son los relacionados con los bares ocio nocturno y restaurantes. A pesar de que las intervenciones policiales se han disparado, los conflictos se han solucionado sin necesidad de formular denuncia alguna. Los sindicatos policiales explican que su principal labor en estas situaciones es la de mediar.

No obstante, Blanco alerta de que lo peor está por llegar. Hace dos semanas, un restaurante de la calle Tampico de Madrid tuvo un conato de incidente porque un cliente encendió un cigarro de forma mecánica y uno de los presentes se puso como una furia. La sangre no llegó al río pero actitudes como éstas pueden provocar problemas con la llegada del buen tiempo.

Así, Blanco cree que cuando las calles se llenen de terrazas, «los fumadores se van a hacer fuertes». Antes, cuando a alguien le molestaba el tabaco, se solucionaba fácilmente. A partir de ahora no va a ser así. Los fumadores no van a dejar sitio para la cortesía por la persecución a la que se han visto sometidos. Cuando haya una queja, va a surgir el conflicto.

Frustrados e irritados

Los expertos avalan el incremento de los conflictos a causa de la prohibición. Según Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología, puede suceder que los fumadores inmersos en un proceso de abstinencia experimenten reacciones agresivas, al igual que ansiedad, labilidad emocional o insomnio. «Por supuesto, todo depende de la persona: su grado de adicción, personalidad, circunstancia, etc. Cabe pensar en que el abstinente de tabaco se encuentra hipersensibilizado y se torna más intolerante a la frustración, así como más malhumorado. Además, la nicotina genera en el fumador sensación de satisfacción, de ahí que cuando se ve privado de nicotina aumente el malestar, la irritabilidad y la agresividad», afirma.

La misma teoría es sostenida por un grupo de investigadores de la Universidad de California que han llegado a la conclusión de que la ira y el temperamento agresivos están asociados al hábito de fumar. No obstante, Martínez-Otero cree que «la mayor parte de las personas canalizarán su irritabilidad de la mejor manera: con humor, saliendo a fumar fuera del establecimiento».


Agresiones y detenciones por fumar
Las primeras semanas de aplicación de la ley antitabaco fueron especialmente prolíficas en agresiones y conflictos derivados de la aplicación de la nueva norma. Así, el dueño de un local de la localidad cacereña de Montehermoso se convirtió en la primera «víctima» de la polémica prohibición. Una discusión por pedir a un cliente de su bolera que dejara de fumar terminó con el propietario del establecimiento en el hospital, tras recibir un botellazo por el que tuvo que recibir 18 puntos de sutura. En Málaga, tres personas fueron detenidas por agredir a dos policías que les instaron a apagar el cigarrillo en un bar de copas. No obstante, el primer detenido por incumplir la ley fue un paciente del Hospital de Cruces de Vizcaya, después de amenazar a una enfermera que le reprochó fumar dentro del centro hospitalario.