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Salida por la puerta grande por Cecilia García
Si la ascendencia de una personalidad pública se mide por el número de personalidades por metro cuadrado, podemos convenir que lo que dice, y haga, la alcaldesa de Madrid importa mucho y a muchos. Como deseó Alfonso Ussía, siempre certero, «sería deseable que en la próxima hora y media no pase nada en España»... Lógico, si se tiene en cuenta que en la sala estaban presentes el ministro de Economía, Luis de Guindos; el titular de Interior, Jorge Fernández Díaz; el de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, y la ministra de Fomento, Ana Pastor. Todos venían de sus quehaceres y, según comentaron «sotto voce», volverían a ellos cuando terminase la intervención de Ana Botella. Si a eso sumamos a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre; un presidente del Gobierno, José María Aznar, y tres ex ministros, Ángel Acebes, Eduardo Zaplana –que se sentaron juntos recordando gabinetes pretéritos– y Margarita Mariscal de Gante; el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz; el presidente de la CEOE, Joan Rosell, y el vicepresidente, Arturo Fernández; el presidente de Endesa, Borja Prado, a los que hay que añadir alcaldes de los municipios de Madrid –por cierto, el de Getafe, Juan Soler, lucía figura y simpatía–, no hay duda de que era más que conveniente que nuestro país funcionase sin pausa y sin sobresaltos, como así ocurrió en esos noventa minutos.
También se pudo ver a un relajado Manuel Cobo. La mano derecha de Ruiz-Gallardón cuando era alcalde llegó pocos minutos después que sus actuales jefes: el presidente y el director general de Ifema, José María Álvarez del Manzano y Fermín Lucas, respectivamente. Y si hablamos de mano derecha, tampoco faltó el ídem de Esperanza Aguirre, Ignacio Gónzalez. Más a su aire iba Vicente Martínez-Pujalte –a quien escribe esto aún se le hace raro verle sin su inconfundible bigote–. Un poco despistado, le costó encontrar su asiento, se pudo ver al magistrado de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez, que fue víctima de un tapón dada la aglomeración que había en la sala.
Ajena a tanta acumulación de nombres propios de la política, y con todos sus hijos muy pendientes de ella –ayer volvieron a demostrar que son una piña–, estaba Ana María Serrano, la madre de la alcaldesa. Uno de sus nietos, José María Aznar Botella y su esposa, Mónica Abascal Ruano, corrieron prestos a saludarla, como también hizo Esteban González Pons y el vicepresidente del Grupo Planeta, José Creuheras, que departió amistosamente con el vicepresidente del Grupo Antena 3, Maurizio Carlotti, con el consejero delegado de la cadena, Silvio González, y con el director general de Antena 3, Javier Bardají.
La representación deportiva de Madrid estuvo más que bien cubierta con el vicepresidente primero del Real Madrid, Fernando Fernández Tapias, que estuvo acompañado por su esposa, Nuria González, y el presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo, que no podía ocultar su satisfacción por el buen nivel de juego de su equipo.
El mundo de la cultura también estuvo presente con la asistencia del director Antonio del Real; el empresario de tantos proyectos, José Luis Moreno; el productor teatral Enrique Cornejo –acompañado por Laura Valenzuela–; el actor José Sancho y las escritoras Reyes Monforte y Rosetta Forner.
Entre los primeros en llegar se encontraba el Padre Ángel, que manifestó con satisfacción venir a ver a una «gran alcaldesa y también una gran amiga»; de los últimos, aunque no hay intención de tacharle de impuntual, Fernando Martín.
Botella habló y convenció. Eso se comentaba tras su intervención. Y sí, como dijo Ussía, «había llenado la Maestranza», cabe añadir que también abrió la puerta grande.
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