Barcelona
Anuncios sin marcas
La publicidad suele tener mala suerte en televisión. Se la suele ver en enormes bloques que aburren e invitan a desconectar: por mucho que pueda gustar algo, es difícil que se aprecie si obligan a «disfrutarlo» en cantidades industriales. Y como en todas las cosas, junto a algunos spots brillantes, la mayoría suelen ser normalitos, por no decir aburridos o directamente estúpidos. Está claro que también hay pocos libros, películas o discos reseñables, y pocos equipos que jueguen como el Barcelona.
Siendo la publicidad una parte fundamental de la televisión, la que cubre casi todos los gastos y ocupa una buena porción de las emisiones, en los pocos programas que le han dedicado siempre ha pesado el pudor o temor de hablar de los que pagan todo o casi todo. Al tiempo, parece haber ciertos reparos, como si, al ser los anuncios mensajes comerciales hechos por encargo, no pudiesen lograr la categoría artística, cultural o social de cualquier otro tipo de comunicación.
Viene esto a cuento de «Los anuncios de tu vida», ese programa de nostalgia televisiva que pone los jueves La 1 de TVE. Su base son más de 25.000 spots históricos, muchos de los cuales han quedado grabados en el «imaginario popular» bien por sus repeticiones o por su capacidad de conectar con el público. Parte de la paradoja de que se emite en una televisión que no admite publicidad, y eso parece clave en la propia realización, que evita en lo posible la aparición de marcas. Y al quitar la marca se elimina el final de la inmensa mayoría de los spots, por lo que muchos resultan hasta incomprensibles si no se recuerdan de antemano. Salvando las distancias, es como emitir películas o series sin final, rompiendo la integridad del mensaje, y utilizándolos en la mayoría de los casos en montajes del estilo de los programas de zapping o de los «popurrís» musicales, desvirtuando incluso los anuncios originales.
Pese al éxito de audiencia del primer programa y el trabajo del presentador Manuel Campo Vidal, «Los anuncios de tu vida» es un mero entretenimiento con la publicidad como excusa. Seguramente es lo que pretende, por mucho que hubiese un catedrático de publicidad. Una oportunidad perdida de hacer un buen programa sobre la publicidad, con la que se puede aprender mucho sobre la evolución de la sociedad española, y comprobar cómo ha cambiado el consumo, las costumbres, los medios de comunicación, la política y, en resumen, la vida de los españoles, vista a través de todo lo que nos han ido vendiendo, y de cómo lo han hecho.
✕
Accede a tu cuenta para comentar