Comunidad de Madrid
Brigadas antidesalojo
La Puerta del Sol se empieza a quedar pequeña para alojar a todos los ciudadanos que se están uniendo al movimiento «Toma la plaza». Empieza a convertirse en una ciudad con identidad propia gracias a la organización que están llevando a cabo.
No se puede dar un paso sin encontrarse con una comisión, un portavoz o un puesto de información entre las «calles» de esta «polis». Cada día están mejor organizados y tienen nuevas comisiones que resuelven asuntos que anteriormente caían en saco roto. Ayer cumplieron su sexto día en las calles madrileñas, pero el temor a las represalias policiales sigue patente. Para muestra, un botón.
Cada día, una de las portavoces da una charla sobre seguridad y unos consejos para evitar la contundencia de las autoridades en un posible desalojo. Por ejemplo, comunica a los presentes que intenten ir en grupos reducidos de máximo tres personas para que los antidisturbios no se sientan acorralados y usen la violencia contra ellos. Otra de las medidas que ha destacado es la expresión corporal. «Procurad no hacer aspavientos, mantened siempre las manos por debajo de la cintura y no levantéis el tono de voz», explicó la portavoz.
Aunque esta preocupación ha crecido con el transcurso de los días, lo cierto es que desde el primer momento concienciaron a los congregados para no dar motivos a las autoridades ni a la Junta Electoral para su desalojo. El error del primer día nadie lo quiere cometer. En esa jornada, los manifestantes llevaron alcohol, bebieron en la calle y en grandes grupos, una práctica que está penalizada. A partir de ese momento, se colgaron pancartas y carteles con distintos lemas como «Menos botellón y más revolución» o «No traigas alcohol, no les des excusas».
A pesar de estas premisas, el movimiento teme que por la noche, mientras duermen, puedan actuar las autoridades. Por ello han organizado brigadas de vigilancia, que forman parte de la Comisión de Respeto, para proteger a las personas que duermen y, ante un posible desalojo, no los pillen desprevenidos. Pero una cosa tienen clara. «No vamos a responder con violencia, somos un movimiento pacífico», reiteran todos los manifestantes. Ya son 225 voluntarios en la Comisión de Respeto que se encargan de velar por el funcionamiento del campamento.
En grupos reducidos intensifican la vigilancia a determinadas horas y se los distingue porque llevan un chaleco reflectante con la palabra pintada «Respeto» a la espalda. Su labor incluye evitar que los manifestantes lleven alcohol, drogas, se suban a los andamios o pinten las calles. En definitiva, como bien dice su nombre, la brigada de vigilancia vela por la seguridad de todo el campamento. En la Asamblea de Sol, la representación de este grupo se encarga de recordar las obligaciones y deberes que todo participante debe cumplir, como las de limpieza o el «respeto al mobiliario urbano».
Por ello, aparte de las mencionadas pintadas, se prohíbe la exhibición de símbolos o mensajes a favor de movimientos concretos con el objetivo de salvaguardar su identidad «apartidista» que el movimiento se ha encargado de reiterar. Dentro de la «pequeña ciudad» que están creando hay sitio para todas las ideologías y minorías sociales. Por esa razón, ya han habilitado un puesto perteneciente a un colectivo feminista y otro de vecinos que exigen el cese de los derribos de la Cañada Real.
Una de las propuestas que aprobaron en la Asamblea de Sol se hará efectiva el 28 de mayo cuando se celebren asambleas populares de barrios por varias zonas de la Comunidad de Madrid, porque como amenazan «si nos echan de esta plaza, Madrid tiene muchas más para ocuparlas».
La protesta desborda Sol y se extiende por las calles aledañas
Los acampados en las Puerta del Solo aprobaron por mayoría en la asamblea general celebrada a las 18 horas expandirse por las calles aledañas a la céntrica plaza e incluso instalar carpas para realizar grupos de trabajos y nuevas asambleas. Algo que finalmente ocurría a eso de las 21:45, cuando más de 16.000 personas ya abarrotaban la céntrica plaza y las calles adyacentes.
Los votantes de dicha asamblea argumentaron que se tomaba dicha medida debido a la masificación de asistentes en la plaza, lo que impedía desarrollar el resto de reuniones con comodidad. Por ello, propusieron las calles de alrededor como Tetuán, la del Carmen o la calle del Arenal, entre otras, para mantener una buena coordinación.
En los últimos días, estas calles, junto a la de Preciados, ya habían albergado encuentros asamblearios de este tipo para discutir temas relativos a la economía, política, educación, cultura o el medio ambiente. A primera hora de la noche ya no se podía entrar en la céntrica plaza madrileña y costaba mucho tiempo y esfuerzo llegar incluso a algunas de las calles aledañas. De hecho, ya era difícil caminar por Montera, Carretas, Preciados y Arenal.
Los «indignados» ocupan bancos en Valencia y Murcia
La revolución se expande por el territorio nacional y crece la indignación de sus manifestantes. En tierras murcianas salió una marcha en la que sus participantes entraron en la sede de Cajamurcia a leer un manifiesto, en una acción que se repitió en una sede del Servicio de Empleo y Formación de la Generalitat valenciana.
La manifestación también se detuvo frente a San Esteban, sede del Gobierno Regional, donde se gritaron las distintas consignas del movimiento sin que se registrasen incidentes. En Valencia tomaron el mismo ejemplo y más de 200 personas de la acampada de la Plaza del Ayuntamiento de Valencia, vinculadas al movimiento 15-M, ocuparon la sede del Banco de Valencia, donde hicieron una sentada de unos cinco minutos para protestar contra «la corrupción del capitalismo».
El Banco Santander, Bancaja y BBVA cerraron las puertas a su llegada y no les permitieron entrar. Los manifestantes, que accedieron al Banco de Valencia con las manos en alto al grito de «manos arriba, esto es una atraco», y corearon lemas como «si no los hemos votado ¿por qué mandan los bancos?» o «para tanto chorizo no nos queda pan». Pasados cinco minutos de lemas y aplausos, los ocupantes abandonaron el lugar.
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