Murcia

Marx por José Muñoz Clares

La Razón
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Cuanto más me ataca la crisis al bolsillo más me crece la conciencia revolucionaria y pienso en acumular gasolina para pegar fuego al chiringuito y huir al norte como los rusos cuando Hitler fue a por ellos. La crisis afecta a la conciencia igual que, según dicen, la Viagra afecta a esa otra cosa (que no diré) dotándola de proporciones inusuales para la edad del consumidor; así que la crisis es a la conciencia y la Viagra a la otra cosa como el pelargón es a los críos: les ayuda a hacerse grandes. Marx tenía razón en algo aunque errara en todo lo demás. Acertó el viejo barbado en conectar filosofía e ideología con el estado de la cuenta corriente: parcas finanzas, ímpetu revoltoso; pingües finanzas, actitud conservadora por retener la tela en el arca propia y no fiarla al comité, que anda luego tardón a la hora de repartir. O lo que decía D. Rodrigo Fernández-Carvajal: que Marx escribió miles de páginas para dar con un refrán castellano que reza: cada cual cuenta la feria como le va. Los que pasamos por la juventud sospechando que los comunistas eran curas estratégicamente camuflados acabaremos cantando la Internacional que, salvo en lo tocante a la letra, lo mismo se podría cantar en un congreso del PCUS que en un Congreso eucarístico dado que lo que va de comisario político a cura es apenas cuestión matiz. Cantemos, los hombres también, pero lo de alzar el puñito me lo pienso ahorrar, visto cómo le quedaba el gesto a las añoradas Aído y Pajín, tan rojas ellas, tan adoradoras de los brotes verdes. ¿Sería daltónico Zapatero y por eso veía verde lo que eran rojeces? Los brotes verdes se los comieron las niñas creyendo que eran hongos alucinógenos. ¿O era Zapatero el de las alucinaciones?