Córdoba

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La Razón
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Julio Anguita fue un político transparente y sincero, dos cualidades poco llevadas en el mundo partidista y que suelen pasar factura a quienes las practican. Rosa Aguilar, actual ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino del Gobierno Zapatero, se distinguió y se sigue distinguiendo por lo contrario de Anguita, es decir, opacidad y no manifestar lo que se piensa, que es lo que suele dar larga vida en la política. Por eso, no la hemos oído hablar del agua desde su toma de posesión como ministra del ramo. Lo suyo es hacer la cama, como se la hizo a Anguita durante muchos años, ora desde el PCE, ora desde la alcaldía de Córdoba. No decir lo que se piensa y hacer la cama al adversario da méritos en la España zapateril, por eso ha pasado de la alcaldía a la Junta de Andalucía y de ésta al Gobierno de la Nación. Pero las hacedoras de cama, hacedoras de cama son. De tal modo y ante un asunto tan delicado como el agua y los trasvases evita pronunciarse por mucho que se lo pidan y espera a que sea el número tres del PSOE, a la sazón presidente de Aragón, Marcelino Iglesias, quien se pronuncie sobre tan delicado asunto. Lo dicho por Iglesias no difiere a lo que dijo en su día Cristina Narbona. Estamos en más de lo mismo, sólo que la ministra del ramo hace mutis por el foro y espera que sean otros (Iglesias) quienes le bailen el agua. El PSOE sigue donde estaba: No a los trasvases y viva la desalación. Si de algo sirve todo esto es para salir de dudas y para saber que con Aguilar nunca tendremos transparencia y sinceridad, ya que serán otros quienes lo hagan. E Iglesias ya lo ha dicho: No al trasvase del Ebro, revisión del Plan del Tajo y a Murcia que le den por saco.