Valladolid

La vidilla del país inencia

La Razón
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La semana pasada estuvo muy animada gracias a Sánchez Dragó, al alcalde de Valladolid y a Arturo Pérez Reverte. Dragó donde dice digo, ahora dice Diego, y explica que no fue tal el sucedido de las dos japonesitas de trece años con quienes había dado a entender que tuvo relaciones sexuales allá por los sesenta. En un largo escrito aclara que hubo poco de realidad en lo que en su día contó, puesto que es probable que aquellas dos muchachas tuvieran más de trece años, sólo que las japonesas siempre parecen de inferior edad. Una serie de argumentos que se vio obligado a aclarar para no ser quemado en la pira, con bastante razón, por otra parte. El alcalde de Valladolid dice que no se refería a pensamientos obscenos cuando hablaba de los morros de Pajín. Aquí las posibilidades son dos: a) que le recuerden a Felipe González y a esa historia que corre por internet, insinuando que puede ser padre de la actual ministra por las similitudes físicas entre ambos, y b) que le recuerde el morro de la cerdita Peggy, compañera sentimental de Porky. Aquí nos rasgamos las vestiduras por todo, y nos olvidamos de que nadie ha estado limpio de insultar a nadie, empezando por muchos de los miembros del partido de la señorita Leire. El que no pide disculpas ni a tiros es Arturo Pérez Reverte, que puso de hoja de perejil a Moratinos el llorica ante el regocijo de quienes contemplamos el espectáculo patrio. Es cierto que insultar no es bonito, pero lo de estos tres ha animado tanto la vidilla del país que muchos quedamos francamente agradecidos.