Lorcarno un festival en horas bajas

Locarno llega a su final, con más pena que gloria. Queda la entrega de premios, por los que el personal ha demostrado que tiene más bien poco interés, visto lo anodino de esta edición. Para poner punto final a la sección oficial, reseñemos varias películas, tres concretamente, pero para olvidar en cuanto abandonemos la sala de proyección. Abriremos el fuego con la cinta china, «Winter Vacation», dirigida por Li Hongqi. El director del Festival comentó durante la presentación que se trataba de una comedia, con lo cual una serie de personas se rieron con risa falsa en varias secuencias que no tenían la menor gracia, lo que demuestra un nivel intelectual cuando menos cuestionable. La película es soporífera, sin recorrido y sin base argumental en la que la cámara fija se posa sobre un grupo de gente que no hace nada. Y, además, por si fuera poco es majestuosamente lenta. Primer pinchazo, pues.

Sobre la cinta brasileña que se proyectó, podemos decir que, con derecho propio entró en el Guiness de los récords porque batió el mayor tiempo transcurrido entre una película y su secuela, nada menos que 42 años. «Luz nas Trevas, a Volta do Bandido da Luz Vermelha», que firman a cuatro manos Icaro Martins y Helena Iglesias y que no es sino una auténtica locura, imposible de contar y más complicada aún de ver. Se trata de una película rompedora que tiene un buen arranque en forma de caleidoscopio de escenas antiguas, modernas, acronológicas a costa del «hijo del bandido». Nada tiene que ver con el resto de los trabajos a concurso, como días atrás comentamos de «La zombie», pero de la que nadie habla.

«Thriller» menor
«Cold Weater», película americana de Aaron Katz, se va con mejores intenciones que resultado de Locarno. Es un «thriller» menor, muy rebuscado y que no consigue cuajar. Sesenta y tres años años de Festival y éste es el peor con diferencia. Habrá que esperar quién se lleva premio. Si fuera por nosotros...