Bruselas
Fiasco en Bruselas por Toni Bolaño
Mas ha ido a predicar a Bruselas como presidente de la Generalitat. Sin embargo, por el aforo parecía que lo hacía como el candidato Mas. Doscientas personas han asistido. La mitad periodistas. El resto, comunidad catalana en Bruselas. Sólo ha ido el número dos de Oli Rehn, Amadeu Altafaj. Catalán, por cierto. Me corrijo. Perfil bajísimo. No acudió nadie de peso de la Comisión ni miembros de las embajadas ante la UE, excepto el embajador español, Alfonso Dastis, que asiste a todos los actos de los presidentes autonómicos en la capital comunitaria. Ante las preguntas de los asistentes, Mas ha quedado en evidencia. Ha reconocido que Cataluña como estado de Europa es una entelequia. Una periodista sueca le ha dicho: «Usted es deshonesto intelectualmente por plantear a los catalanes la independencia dentro de la UE», porque España puede aplicar el derecho de veto pero «también lo pueden hacer otros países». Mas se ha sentido acorralado y se ha refugiado en su archisabido discurso pidiendo a la UE amplitud de miras. Todo para acabar reconociendo que la independencia debería replantearse si Europa cierra sus puertas. El cacareado viaje a Bruselas para explicar el proceso secesionista ha sido un fiasco. Una vez más, la burbuja en la que vive el nacionalismo ha pinchado. Mas ha topado con la cruda realidad. Europa da la espalda a una Cataluña como nuevo estado de Europa. Como un estudiante suspendido ha intentado mejorar nota por la noche en un acto empresarial. Ante la cruzada nacionalista, el empresariado está preocupado. Todos piensan como Juan Rosell, el presidente de la CEOE: que llegue cuanto antes el 26-N para dejar de oír tonterías. No quieren que el fiasco se repita en sus cuentas de resultados.
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