Zaragoza
El Cid triunfa y El Fandi echa el resto
Cuarta de la Feria del Pilar. Se lidiaron toros de la ganadería de Salvador Domecq, el 2º como sobrero. Bien presentados. Buenos 1º, 4º y 5º, el resto a menos y el 2º malo. Casi lleno.- El Cid, de rosa y oro, media estocada, aviso, descabello (saludos); estocada (dos orejas).- El Fandi, de berenjena y oro, pinchazo, estocada (silencio); pinchazo, media, aviso, tres descabellos (vuelta al ruedo).- Alejandro Talavante, de verde manzana y oro, media atravesada, dos descabellos (silencio); estocada (silencio).
El Cid salió por la puerta grande. Había dado de beber a un público sediento de triunfos tras el plomizo comienzo de feria. El Fandi salió andando, casi de milagro tal y como resultó cogido por el quinto. Se le venció en un natural, ya se le había metido por dentro en el anterior, y ¡zas!, se lo echó a los lomos. Impresionó la cogida, la sangre que derramaba por el rostro y la manera de volver a la cara del toro. Resurgió ahí la faena como ocurre tantas otras veces.
Pero el tema había comenzado antes. Clavó en la cara con las banderillas y la gente se puso en pie. No quiso aflojar Fandi, que no se diga, debió pensar, y al centro y de rodillas se echó para comenzar. Se comía la muleta el toro y de los derechazos, al hacer el animal el avión le quedó casi el circular. Buen toro tenía entre manos. Lo supo Fandi y repuesto, o casi, del fuerte golpe que se llevó, siguió el trasteo por ese pitón derecho con cierta profundidad en el toreo, enganchando al toro adelante y queriendo soltarlo atrás. Hasta la vulgaridad de los circulares (que no son de recibo y menos a estas alturas de la temporada) le quedaron bien. Lástima la espada que no fue por donde debiera.
Su anterior labor fue silenciada, pero era para cantársela. El toro se orientó con maldad muy pronto y le puso en varios apuros. Tiró Fandi de dignidad, de oficio y de querer jugársela en el mes de octubre.
A la cuadrilla brindó El Cid el cuarto toro de la tarde. Antes se habían desmonterado todos. Acababa así Cid el año de la discordia. Y lo hizo con otro toro bueno. Dos de dos se llevó el sevillano. Transmitió el animal en las primeras tandas y pasó luego a quedarse más suavón, más de recreo. Cid se acompasó con el animal en una faena entusiasta y templada, con una clave: sintonizó con el público. Cuando llegaron los circulares amén de la estocada, las dos orejas estaban ganadas. No fue un faenón: sí el broche a una temporada sin catalogar.
Noble y con recorrido fue el primero, más rebrincado por el izquierdo y decorosa la labor, aunque quedara en nada.
Menos suerte tuvo Talavante, a pesar de que puso imaginación con el capote. Se defendió el tercero hasta no querer pasar y se apagó el sexto, poco a poco, desilusionándonos a todos. A hombros se iba uno, otro a pie de milagro y Alejandro Talavante revisando el lugar y la hora donde se reparte la suerte... Las cosas del toreo.
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