Eurocopa

Minsk

Ver y creer por Julián Redondo

La Razón
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Con la Selección no es necesario llegar al límite de Santo Tomás, no hay llaga donde meter el dedo; basta ver para creer. Es suficiente dejarse llevar por las sensaciones, las que transmite la vista al cerebro y al corazón, emociones que perduran de un Mundial a un Europeo y así sucesivamente. Los seleccionadores rivales detallan las virtudes de un equipo que Menezes, el de Brasil, equipara al de Pelé con Garrincha, Vavá, Didí y Zagallo, o al que lideraba con Gerson, Rivelino, Jairzinho y Tostao. Nombres mayores. Deschamps, el francés, hubiese preferido jugar hoy contra Italia, Holanda e incluso Alemania antes que contra España. Georgia, Bielorrusia y Finlandia le incomodan lo mínimo aunque gane por la mínima, pero «La Roja» son palabras y también nombres mayores. Sólo uno obtendrá la clasificación directa y lo que se va a encontrar esta noche el vecino del otro lado de los Pirineos no es sólo a la tricampeona, sino a un equipo que no ha perdido el hambre de ganar, que cubre las bajas con solvencia, que dispone de al menos 25 futbolistas de primera línea y que no acusa los retoques que la edad exige.
Ni siquiera la humillante derrota (0-1) que Francia padeció en su feudo en el amistoso contra Japón, mientras España goleaba a Bielorrusia en Minsk, es factor que determine el favoritismo de un equipo histórico que convence por lo que hace porque lo que para él es fácil para otros es imposible. Creer en las infinitas posibilidades de esta Selección no es un acto de fe, es de cajón de madera de pino. Con «La Roja», Santo Tomás se habría ahorrado una prueba.