Radio
Una Liga apasionante
Los que se empeñan en vendernos una Liga a la escocesa sólo miran los dos primeros puestos de la tabla. No saben lo que se pierden, porque las batallas por el resto de plazas resulta una delicia desde el punto de vista de la pasión por el fútbol. El que más y el que menos, sabe que hay cerca de media tabla luchando por evitar la caída en el pozo del descenso, apretada y dolorosa Liga que nos sorprende cada semana con resultados increíbles. Los demás pelean por la gloria.
Pertenezco a esa estirpe de oyentes de la radio del fin de semana, quizá por las viejas costumbres de una vida anterior que me persigue, y confieso que disfruto tanto con las alternativas sorprendentes de los marcadores como sufro con los gritones que confunden narrar con berrear, salvo honrosas excepciones. La radio de calidad no reside en un concurso de chillidos sino en una carrera de talento. Como dijo Santiago Amón, la radio es ritmo. Hay quien me hace disfrutar y quien me impide escuchar una frecuencia.
Advierto entrenadores que afrontan con personalidad los partidos más complicados, gozamos de equipos que se debaten entre la vida y la muerte y terminan por resucitar, habituados a vivir en ese trance del drama, como quien pasea con inusual equilibrio sobre el funambulismo del marcador. Magníficos entrenadores españoles o españolizados que manejan con sabiduría la mejor Liga del mundo. El entrenador, como el dirigente, es la poesía del fútbol. Pueden ser líricos, épicos o dramáticos.
Cada uno a su manera nos regala una Liga insuperable e insuperada. Ellos hacen que todos los equipos estén luchando por algo. Pobres escoceses...
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