Roma

Montecarlo coto privado de Rafa

Nadal logró su séptimo título pese a la meritoria resistencia de Ferrer. Arranca el «tour» en tierra batida como los siete años anteriores. «Es mucho más que un sueño», dice

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En Montecarlo, Nadal gana y el resto juega. David Ferrer no fue la excepción a pesar de su monumental empeño por evitar el séptimo título del número uno del mundo en el principado. Sucedió en 2005, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010 y también en 2011. Rafa no falla nunca en Mónaco. Da igual quién esté enfrente, se llame Federer, Djokovic, Verdasco o Ferrer. Esta temporada, su «tour» por la tierra batida ha comenzado de la misma forma que las siete anteriores. Detallar el abrumador dominio de Nadal sobre la arcilla roja podría bastar para alcanzar el final de la crónica. Marea. En Montecarlo ha logrado el 44º título de su carrera, el trigésimo sobre tierra batida –los mismos que Borg–, el decimonoveno Masters Series... Una barbaridad. Él fue más diplomático al final del partido, quizá porque el escenario así lo exigía: «Ganar aquí es mucho más que un sueño, en mi vida me lo hubiera imaginado». Seguro. Cuando logró su primera gran victoria en el circuito, que fue precisamente en Montecarlo y ante Albert Costa –campeón de Roland Garros y actual capitán de la Copa Davis–, nadie imaginaba que llegaría tan lejos. En su entorno y alrededores las expectativas eran muy elevadas, pero tanto...

Nadal tenía enfrente a quien a día de hoy es, con permiso de Djokovic, ausente en el cuadro de Montecarlo, el jugador que más le puede molestar sobre tierra batida. Ferrer y él vieron juntos el Madrid-Barça en vísperas de la final, pero sobre la pista es como si no se hubieran visto en la vida. ¡Qué manera de pelear los puntos! Hubo intercambios de más de 20 golpes, el primer set se prolongó durante 75 minutos, el segundo también fue interminable porque se fue más allá de la hora... Es el sino de Ferrer en los partidos en los que se siente, y en este caso con razón, inferior al rival. Pelea, no regala ni medio punto, pero no es suficiente. En la primera manga apenas conectó el 30 por ciento de sus primeros servicios y eso significaba ceder demasiado terreno. Jugar sin servicio es un suicidio incluso sobre arcilla.

El Nadal de Montecarlo no ha sido la mejor versión del número uno sobre tierra. Apenas tuvo tres días de entrenamiento para aclimatarse a la nueva superficie. Por eso, el torneo ha sido como una especie de cursillo acelerado para recuperar viejas sensaciones. Las sesiones de vídeo han hecho el resto. Cuando Rafa tenía el partido encarrilado –4-2 en el segundo set–, Ferrer amenazó con prolongar aún más la final. Logró un «break», igualó a cuatro e incluso restó para apuntarse la segunda manga. Nadal no se alteró y «Ferru» evidenció por qué no ha ganado un Masters 1.000. Llegaron los errores –una doble falta y una derecha– y Rafa cerró el partido a la segunda oportunidad.

El de Jávea terminó casi tan satisfecho como Nadal. «El año pasado alcancé las semifinales y esta temporada he sido finalista. Veremos qué pasa el año que viene», aseguró. Para Rafa la situación no era precisamente novedosa: «Es un día muy especial porque ha sido un partido muy largo, muy duro físicamente. Ha sido una victoria complicada». Y unas horas después, el número uno del mundo recuperó otra de sus tradiciones. Cogió un coche y emprendió viaje a Barcelona para conquistar un torneo que «sólo» ha ganado cinco veces.


Siguiente destino, Barcelona
Primer torneo de la temporada sobre tierra batida y victoria de Rafa Nadal. El número uno del mundo ha repetido la experiencia de los seis años anteriores en Montecarlo. Ahora llega el Barcelona Open Banc Sabadell, el tradicional Conde de Godó. El año pasado los problemas físicos obligaron a Rafa a renunciar a un torneo en el que se siente «como en casa», según él mismo ha confesado. Fue uno de los momentos más dolorosos para el de Manacor durante 2010. Después de Barcelona, Nadal se trasladará a Madrid para intentar renovar el título que conquistó hace un año en la Caja Mágica. Roma, donde también triunfó en la pasada campaña, será el último capítulo antes de emprender el sexto asalto a Roland Garros.