Grupos
Retroactividad
En la factura del móvil por el consumo de junio nos han aplicado el IVA de julio. El gobierno ha usurpado el terreno de los dioses y legisla sobre el paso del tiempo: hoy es ayer, ha dicho, con el único precedente de Josué, que detuvo el sol para dar fin a una batalla que iba ganado, el jodío. Y no veo dónde la Constitución habilita al gobierno para oficiar de brujo y mandar en los cielos anulando, por decreto, todo un día que fue de verdad. En pleno estupor metafísico anda la gente tragando, quizás porque se perdió para siempre el coraje cívico que antiguamente permitía distinguir a los súbditos de los ciudadanos, esos seres incómodos para cualquier administración por su acentuada tendencia a exigir racionalidad en la gestión de la cosa pública. Si consentimos esto, que no es sino parche que tapa el roto de no haber hecho en su día lo que debió el gobierno hacer, mañana decretarán que somos lagarteranas y habrá filas de ciudadanos agenciándose un traje regional de Lagartera por no incomodar a los poderosos. Se trata de que el silencio de los corderos legitima la degollina, según ellos. Que eso ponga fin al rebaño por la vía de su anulación es asunto que a nadie parece inquietar porque se complacen en la idea de que ellos no son borregos. Ha llegado el día en que las ovejas no van al monte por temor a los pastores y el momento de plantearnos si merece la pena pertenecer a un país que se estima tan poco como para consentir estas cosas. Sin rebelarse, quiero decir, sin dar un puñetazo en la mesa y decir al gobierno: lo último que esperábamos era que nos distrajera poco dinero a todos, como chorizo de guante blanco, para financiar su ineptitud, archipámpanos y jolines, que es lo que están haciendo delante de nuestras narices.
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