Málaga

La menor asesinada en Arriate recibió amenazas: «Te tengo que matar»

Las cartas que recibió María Esther son una de las pruebas que maneja la Guardia Civil en la investigación.

La Razón
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MADRID- Dos meses antes del asesinato de María Esther, la niña de 13 años asesinada la semana pasada en Arriate (Málaga), un desconocido se dedicó a echar al menos dos cartas al buzón de su casa. En principio, parecían cosas de chicos. Peleas por novios y demás. Una «chiquillada», según afirmaron ayer a los medios los padres de la menor. Cuando la familia preguntó a María Esther si alguien la tenía amenazada, ésta respondió que no. Sin embargo, algunas frases alarmaron a los padres y acudieron a la Policía. «Te tengo que matar», ponía en alguno de los textos, según informaron a este diario fuentes policiales. De hecho, las autoridades cotejaron la caligrafía de las cartas con la de los compañeros de su instituto, pero los resultados fueron negativos.

Según informaron las citadas fuentes, estas cartas están siendo una de las pruebas barajadas por la Guardia Civil, que prosigue con la investigación. El Instituto Armado está a la espera de los resultados de las pruebas de ADN. «Se trata de pruebas de laboratorio, son cuantiosas y lleva su tiempo», afirmó el coronel jefe de la Guardia Civil en Málaga, José Sánchez. Los resultados de la autopsia no han trascendido hasta la fecha, aunque varias hipótesis apuntan a que el asesino de la niña, que murió de un golpe en la cara con una piedra, pudo dejarla con vida en el lugar de los hechos.

Mientras, los compañeros de Esther, del instituto Escultor Marín Higuero, se concentraron ayer en su colegio en señal de duelo.


Miedo entre los vecinos
- «María Esther era una niña muy abierta e inocente. Tenía un cuerpo demasiado desarrollado para su edad», explican varios vecinos de la localidad malagueña que reconocen que tienen miedo por la muerte de la menor de trece años: «Desde que desapareció Esther, mi hijo ya no quiere salir solo ni a la tienda de al lado», afirma la propietaria de un restaurante del municipio. Según algunos vecinos de la localidad, «sus padres están la mayor parte del día fuera de casa trabajando en el campo y Esther pasaba mucho tiempo en la calle». Aunque no solía salir con desconocidos, las mismas fuentes lamentaron que la joven, en ocasiones, fuera objeto de bromas por parte de otros jóvenes de su misma edad.