Desobediencia por José Aguado

En un mundo sin Mourinho, ahora estaríamos hablando de que Guardiola ha dicho que el Real Madrid es el mejor equipo del mundo y que va a ser muy difícil superarle y que no se fía del último resultado, y etc... Si siguen las conferencias de prensa, saben lo que va detrás de ese etc... Guardiola es un ganador, la barba medio afeitada le queda que no veas, es amigo de escritores, ve cine clásico y nadie duda de que ayuda a cocinar cuando va a casa de la suegra.

Sin Mourinho, hablaríamos de Guardiola o de que el Real Madrid sólo jugaría el clásico de hoy y no los tres que aún nos quedan por vivir. Desde marzo más o menos, desde octavos de la «Champions», estaríamos conversando sobre la primavera, sobre la última película de Santiago Segura o escribiendo en Twitter sobre la crisis galopante que vivimos. Porque sin «Mou» todo sería como siempre o, al menos, como siempre en los últimos tiempos: un ERE por aquí, el Barça por allá, un poco de lluvia, un poco de rutina, una conferencia de prensa, algo de tristeza.

Pero sale «Mou», con cara de no me voy a conformar, chicos, que estoy muy indignado, la Prensa se cabrea (y con razón), el mundo se para en Valdebebas y, por una vez en mucho tiempo, parece que es posible no resignarse, cambiar el estado de las cosas. Enamorarse, como dijo el poeta, de quien desobedece.