Barajas

Recortes y privatizaciones

La Razón
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El anuncio hecho ayer por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, de que el Consejo de Ministros aprobará el próximo jueves un nuevo paquete de medidas económicas confirma la decidida voluntad del Gobierno de mantener a raya el déficit público y de cumplir el compromiso de reducirlo al 4,4% en este año. El esfuerzo que ha de hacerse (enjugar 36.000 millones de euros) obliga no sólo a realizar recortes y a incrementar ingresos vía impuestos, sino también a aminorar el número de entes públicos y a privatizar parte del capital de empresas estatales. Si se tiene en cuenta que con las medidas adoptadas el pasado viernes el déficit se recortará en unos 16.000 millones, quedan pendientes otros 20.000 para que cuadren las cuentas. En principio, la manera más directa y menos traumática de cubrir esa suma sería mediante la privatización parcial de dos potentes empresas públicas que ya esbozó el anterior Gobierno: Loterías y AENA. Los cálculos realizados en su día aseguraban que la privatización del 30% de Loterías aportaría unos 6.000 millones de euros, y la de AENA en torno a los 14.000, incluyendo Barajas, El Prat y canon a la concesionaria. Si se añade el ahorro que depararía la supresión de unos cuantos organismos autónomos estatales, de los 1.800 que hay, no parece que cumplir el objetivo de déficit sea una meta inalcanzable. En todo caso, es necesario que el Gobierno explique cumplidamente, si es antes mejor que después, por qué su enérgico empeño en cuadrar las cuentas públicas. De algún modo ya lo justificaron ayer Montoro, cuando dijo que lo más urgente era taponar la herida antes de operar al enfermo, y De Guindos, quien reconoció paladinamente que o España hacía los recortes o se los hacían. En efecto, la ecuación financiera a la que se enfrenta nuestro país es tan sencilla como letal: si no se reduce el déficit a los límites pactados, los mercados bursátiles se hundirán y la prima de riesgo se disparará. El encarecimiento de la deuda en un solo punto porcentual tiene efectos devastadores sobre las arcas públicas y sobre las empresas privadas, como se comprobó meses atrás. Si se tiene en cuenta que en este año 2012 España necesita refinanciar deuda por un importe de 300.000 millones (de los cuales 120.000 son deuda privada), está claro lo que nos jugamos. Sería trágico que todo el esfuerzo realizado por los contribuyentes y todos los sacrificios de los funcionarios acabaran engordando las carteras de los mercados financieros debido a una prima de riesgo disparada por encima de los 500 puntos. Que ayer la Bolsa española registrara una apreciable subida y que el diferencial con el bono alemán se mantuviera estable es señal de que las medidas del Gobierno han evitado lo peor tras conocerse la desviación del déficit en dos puntos. Lo cual quiere decir que se está actuando adecuadamente.