Europa

París

Oliveira pierde la voz por Pilar López de Ayala

La actriz española protagoniza «El extraño caso de Angélica», nuevo filme del centenario director que abrió ayer en Cannes la prestigiosa sección «Un certain regard» y gracias a la que se convierte en musa silenciosa del cineasta

La nota discordante la puso Sabina Guzzanti, directora de «Draquila», polémico documental contra Berlusconi que ayer presentó en el certamen
La nota discordante la puso Sabina Guzzanti, directora de «Draquila», polémico documental contra Berlusconi que ayer presentó en el certamenlarazon

Podía haber militado en el batallón de chicas «Al salir de clase», como tantas actrices de la misma hornada que hoy son carne de teleserie y tienen apariciones intermitentes en el teatro. Pero no, Pilar López de Ayala optó por una ruta alternativa. En realidad, no la escogió, más bien se dejó llevar. López de Ayala ni habla, ni sonríe, ni finge esa pose de actriz de promoción. En su mirada ausente adivinaron profundidad Vicente Aranda («Juana La Loca»), José Luis Guerín («En la ciudad de Sylvia») o Agustín Díaz-Yanes («Sólo quiero caminar»). Ahora es la musa silenciosa del centenario Manoel de Oliveira en «El extraño caso de Angélica», que abrió ayer la competición de «Un certain regard», del Festival de Cannes. Qué doble paradoja: por un lado, Pilar cruzó la alfombra roja como protagonista de un filme en que no tiene ni una línea de diálogo –algo parecido a lo que le ocurrió a Leonor Watling en «Hable con ella»– por otro, el decano del cine mundial, que ya dejó atrás los cien años, inauguró un apartado hasta ahora dedicado a los jóvenes valores, por la que se dejarán caer también otros «novatos» como Jean-Luc Godard. «Había que entender mi papel desde otro lugar que no fuera la cabeza y actuar de ese modo», aseguraba ayer la actriz en su primera comparecencia en la muestra. A su anfitrión portugués le dedicó una catarata de piropos: «Educado, amable, lleno de sonrisas...». «Los actores son la parte fundamental del cine», corresponde el anciano.

Difunta «inmortalizada»Oliveira embalsama a la española como una de las muertas más sonrientes del cine. Esa mueca acaba por atormentar a Isaac (Ricardo Trêpa), un fotógrafo judío, de paso en una población campesina junto al Duero, que recibe el encargo de «inmortalizar» a la difunta, una joven recién casada de buena familia. Antes de la proyección, apostábamos por cómo sería el acento portugués de la madrileña, pero las expectativas no pudieron cumplirse. El siempre metafórico Oliveira juega esta vez las cartas del naturalismo, aunque con algunos naipes de otra baraja. Sus parsimoniosos personajes discuten de la actual crisis económica, pero visten y juzgan como gente de la posguerra. Quizá algo tenga que ver que este fuera un proyecto original de 1952, y donde se abordaban entonces las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, se lamenta ahora el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. O quizá es que el sabio Oliveira no ha querido hacer caso de sus propias palabras: «Los sueños y los pensamientos son completamente subjetivos y la cámara no tiene manera alguna de constatarlos». Así perdemos la complicidad con el protagonista a medida que se despeña por el acantilado de sus perturbaciones. A cambio podemos disfrutar de una cámara que se mueve lo justo, pero siempre acertada en el encuadre. Es una cuestión de oficio y al portugués le sobra, pues como él mismo sostiene nada ha cambiado tanto: «Hoy se hace el mismo cine que en la época de los hermanos Lumière, de Mélies y de Max Linder. Nada más se puede añadir, absolutamente nada». Palabra de centernario. No nos olvidemos de que ayer arrancó también el concurso oficial, con dos muestras de lo que más guarda el festival en la despensa: producto nacional y asiático. «Tournée», en la que el actor Mathieu Almaric se filma junto a una «troupe» americana de alegres chicas del «burlesque» que sueñan con actuar en París, mientras hacen bolos por la Francia periférica, soberbias y sin complejos, Mimi Le Meaux, Kitten On The Keys, Dirty Martini, Julie Atlas Muz y Evie Lovelle. Una verdadera pena que el francés no se deje llevar por el tono disparatado de las primeras secuencias, en la que resulta tan divertido y auténtico lo que ocurre en el escenario como en los camerinos y las habotaciones de hotel. Su vena reflexiva acaba ahogando la acción. Todo lo contrario que «Chongqing Blues», en la que el chino Wang Xiaoshuai exhibe la capacidad narrativa que ya mostró en «La bicicleta de Pekín»(2001), que triunfó entonces en los festivales europeos. Se trata de un duelo paterno mucho más íntimo y austero que el que retrató Moretti en «La habitación del hijo», de Nani Moretti, que obtuvo la Palma de Oro del festival en 2001. Este marino, padre coraje a destiempo regresa 15 años después a casa, una ciudad obrera magníficamente retratada a la que hace alusión el títulos, de la que incluso nos muestra la vida nocturna, mucho más abigarrada que en Europa. Le intriga la muerte de su hijo a manos de un policía tras cometer un asalto con rehenes en un supermercado. Con la oposición de su entorno va componiendo el relato de aquellos días finales, el sólido guión une así los elementos detectivescos y el componente afectivo.

La generación del iPodCon un magnífico pulso para la dirección de actores, Xiaoshuai tiende puentes entre dos generaciones, la de los padres y los adolescentes actuales que, tanto en Oriente como Occidente apenas encuentran lugares de encuentro, pero en lugar de volcar todos los resproches en la generación del iPod, se lanza constantemente una pregunta: «¿Quién cuida hoy a los niños?» El ruido político lo puso ayer Sabina Guzzanti, bautizada como la Michael Moore italiana con el documental «Draquila, la Italia que tiembla», quien alcanzó cierta repercusión fuera de Italia con otro documental, «Viva Zapatero», que denunciaba la falta de libertad de expresión en su país. Sus dardos, cómo no, van dirigidos de nuevo contra Silvio Berlusconi, y de momento han alcanzado al ministro de Cultura italiano, que renunció a viajar a la muestra francesa como protesta porque la cinta haya sido incluida en la sección oficial, aunque fuera de concurso. La provocación viene desde el título, pues supone el acrónimo de Drácula y Aquila, la zona devastada por un seísmo. La directora sostiene que el ministro italiano sacó doble tajada de la tragedia. Primero, impuso un recorte de libertades y, además, benefició a sus colegas del ladrillo en la reconstrucción: «Quiero contar por qué no existe una reacción política en la oposición y por qué los ciudadanos no son capaces de organizarse más allá de ciertas acciones desesperadas». Este análisis lo realiza a través de entrevistas, en las que también incluye a partidarios de Berlusconi. He ahí el truco.

En palmitas- Pusimos el «aplausómetro» a funcionar en la alfombra roja de apertura y lo fundió la actriz Eva Longoria, que pasaba por aquí. No tiene trabajos en competición, ni fuera, pero siempre te asegura una portada.- Cuando medimos los decibelios causados por los gritos de los fans, batió todos los récords, Gael García Bernal. A éste por el contrario se le acumula el trabajo: es presidente del jurado que decidirá la Cámara de Oro al mejor debutante, presenta cortometraje junto a sus amigos mexicanos y tendrá que apoyar a Diego Luna, su hermano, en su debut en el largo «Abel». - A falta de representación española, el ministro de Cultura francés se ha inventado unhomenaje a nuestro cine patrio. Ha elegido la figura de Luis Buñuel, un clásico contemporáneo que nadie va a discutir. Se proyectará «Viridiana» e invitará a cena de gala algunos ilustres: Álex de la Iglesia, Pedro Almodóvar, Fernando Trueba, Isabel Coixet... y las estrellas más francesas de todo Madrid, Rossy de Palma y Marisa Paredes, entre otros.- Luego dirá que quería pasar desapercibido, pero esta mañana Van Damme pretendía pasear por La Croissette a la hora de la comida sin que nadie le echara la vista encima. Le hemos visto huir en un coche rodeado de una nube de bañistas y cámaras.