Muerte de otro ciciclista

La muerte de un ciclista causada por la negligencia al volante de un joven marca el inicio de este drama, que coloca al espectador ante un dilema moral cuando el condenado por homicidio no resulta ser el verdadero culpable. «Este es el ejemplo del cine que me gusta hacer porque habla de la justicia, de la verdad y la mentira, y de las relaciones familiares, es decir, temas que buscan un público», aseguró Gerardo Herrero, productor de la película, cuando se presentó en la Seminci el pasado octubre.

Para su ópera prima, el director, Miguel Cohan, «necesitaba un elenco perfecto, y lo conseguimos», dice sobre el reparto encabezado por Sbaraglia. «En la primera parte tengo que ser un hombre afable, para lo que me ayudó mucho interpretar a un ventrílocuo. Después de mi paso por la cárcel, debía dejar patente el cambio en la interpretación», explica el actor, quien, como se ve en el filme, consiguió dominar esa técnica.

También fue un reto para Goenaga encarnar a una argentina «por el acento. Lo más difícil no fue parecer una "pibe", sino que no influyera negativamente en la interpretación», afirma. Ambos destacan «el dilema moral complicadísimo que supone». Sbaraglia asegura que «te plantea preguntas como: ¿existe la justicia cuando alguien ya ha muerto, cuando un inocente pasa tres años en la cárcel, cuando el responsable nunca supera la culpa? Al final, todo es cuestión de la sensibilidad ética de cada uno». La cinta también tiene para el actor connotaciones políticas, porque «puede traer recuerdos a muchas personas de mi país sobre cosas terribles que han ocurrido allí y su responsabilidad sobre ellas», asegura el director.