Barajas

El volcán islandés se despereza un año después

Ha pasado ahora justo un año. ¿Se habían olvidado de él? Del nombre sí, desde luego: Eyjafjallajökull. De lo que ocurrió, posiblemente no. Una nube de ceniza causó un caos aéreo que cogió con el pie cambiado a todo el mundo. Los expertos recuerdan que lo peor aún puede estar por llegar, y aseguran que se han detectado movimientos intranquilizadores en sus volcanes vecinos.

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Un año después de que el volcán islandés Eyjafjallajökull entrara en erupción, el 14 de abril de 2010, los expertos aseguran que siguen intactas las posibilidades de que otro volcán aún más potente entre en erupción, el Katla.

Según explicó a la web de ciencia SINCDomingo Gimeno, uno de los científicos que se desplazó a Islandia tras la erupción en 2010, y experto en vulcanología de la Universidad de Barcelona (UB), el Katla suele registrar erupciones uno o dos años después del Eyja.

Y no sólo eso. A esto se añade un dato aún más preocupante: en los últimos días se ha producido un fenómeno tectovolcánico (una nueva fractura relacionada con la dorsal centrooceánica) en el enclave turístico de Thingvellir.

Además, otro volcán que ya entró en erupción hace unos seis años ha comenzado a desarrollar una actividad sísmica "notable", según lo califican los vulcanólogos, lo que hace imprescindible -advierten- no bajar la guardia.

Los riesgos de una nube de ceniza

De momento, estos días más de 70 aerolíneas, proveedores de servicios aeronáuticos y autoridades europeas han seguido la "erupción virtual"del volcán islandés Grimsvötn, durante el simulacro efectuado para elaborar un protocolo de actuación que minimice sus efectos en el tráfico aéreo y garantice la seguridad.

En España, el centro neurálgico de seguimiento de esta perturbación del tráfico aéreo se ha situado en el Centro de Crisis del aeropuerto de Barajas, donde personal de la Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA), de AENA, de la Agencia de Meteorología (AEMET) y de varias compañías han seguido durante más de 20 horas el devenir de las cenizas volcánicas, informa Efe.

Las consecuencias de una erupción volcánica

Los expertos coinciden en que los últimos mensajes que están llegando de la zona aconsejan permanecer en guardia. Según el vulcanólogo de la Universidad de Barcelona, si no se aprovecha la oportunidad de la erupción "pequeñita"del 2010 para invertir en su investigación y desarrollar protocolos de respuesta a la crisis más eficaces de los vigentes el año pasado, la situación que se puede generar sería "tan mala o peor"que la que ya hemos vivido, y podría tener un coste directo mayor de los 1.600 millones de euros que se estima costó la del año pasado.

De hecho, los investigadores siguen perfeccionando las técnicas y preparándose ya para la próxima erupción. Y no sólo ellos. Los satélites de observación de la Tierra también se han mostrado efectivos como herramientas para predecir las erupciones volcánicas y seguir sus consecuencias. Tras la explosión el pasado octubre del volcán Merapi en Indonesia, por ejemplo, se utilizaron los datos de los satélite Envisat de la Agencia Espacial Europea (ESA), el satélite MetOp de Eumetsat y el satélite Aura de la NASA para monitorizar la nube de cenizas, informa el SINC.

Una alarma excesiva

Sin ánimo de ser alarmistas, todos trabajan con una hipótesis: lo ocurrido con el Eyjafjallajökull no fue más que el aperitivo de lo que puede ocurrir si no se toman medidas:

De hecho, Gimeno minimiza las consecuencias del volcán islandés del año pasado: "La alarma generada fue excesiva. A pesar de su incidencia sobre el tráfico aéreo europeo, la erupción no fue tan importante, porque contrariamente a las erupciones muy explosivas, cuyas cenizas permanecen en la atmósfera durante meses o años, las cenizas del volcán islandés se depositaron horas o días después de su emisión".

"Francamente más importantes"fueron las erupciones del volcán islandés Hekla en 1947 y la de Laki en 1783, que aunque muy poco explosiva, "fue mucho peor por la emisión de enormes cantidades de óxidos de azufre (SOx) que formaron nubes tóxicas (la llamada niebla seca) durante algunos meses y que afectaron a buena parte de Europa", manifiesta Gimeno a esta web científica.

La erupción de aquel volcán produjo un número importante de víctimas directas e indirectas (como malas cosechas y hambre). "En Islandia se calcula que murió más de la mitad de las reses, y en los dos años siguientes hasta entre un 20 y un 25% de la población total de la isla falleció por hambruna", recuerda el investigador, que no olvida la presencia amenazante del Katla.