Estreno
CRÍTICA DE CINE / «Habemus papam»: Fumata blanca
Dirección: N. Moretti. Guión: N. Moretti, F. Piccolo y F. Pontremoli. Intérpretes: M. Piccoli, N. Moretti, J. Stuhr, M. Buy. Italia-Francia, 2011. Duración: 104 minutos. Comedia dramática.
Quizá la mayor irreverencia que ha cometido Nanni Moretti después de meterse con Berlusconi en «Il Caimano» es la de hacer una película sobre el Papa nada irreverente. A Moretti le interesan más las crisis de fe de lo que podría esperarse de un cineasta de izquierdas: en cierto modo, «Habemus Papam» puede interpretarse como una prolongación de la magnífica «La misa ha terminado», en la que Moretti encarnaba a un sacerdote que huye a las misiones después de comprobar que su entorno se está desmoronando. Cuando el nuevo Papa es elegido en «Habemus Papam», también decide huir, proyectando a la película –que, hasta entonces, se había revelado como una sátira amable sobre los usos y costumbres del Vaticano– hacia un territorio desconocido. Gracias a la entrega, a la vez discreta e inteligente, del gran Michel Piccoli, el vagabundeo del Papa por una Roma que lo acoge entre sus calles como un turista más amplía el alcance del discurso del filme, centrado en el derecho a cuestionar el peso (y el precio) del poder, para adentrarse en cuestiones más existenciales. Cuando Piccoli entra en contacto con un grupo de actores que montan «La gaviota» de Chéjov, y recuerda sus coqueteos con la interpretación, Moretti aprovecha la ocasión para convertir a su héroe en un personaje pirandelliano que ha perdido su lugar en el mundo, o que se ha dado cuenta a tiempo de que la realidad no es más que una (mala) obra de teatro.
Lo mejor: La discreción y la humildad con que Michel Piccoli, viejo zorro, controla las contradictorias emociones de su personaje.
Lo peor: Una vez el Papa se escapa del Vaticano, Moretti no sabe muy bien qué hacer con los que se quedan dentro.
Sergi Sánchez
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