Cataluña
Una antológica de puertas abiertas
Más de 3.000 personas pasaron por la fundación del artista
BARCELONA- Ayer por la mañana, cuando todavía estaba reciente la muerte de Tàpies, su viuda Teresa quiso que uno de los mejores cuadros del artista, propiedad de la familia, se pudiera exponer durante dos días en la Fundació Tàpies, en el corazón de Barcelona, en su otra casa. «Terrós», una composición de 1984, en la que se reúne lo mejor del saber hacer del pintor fue una de las joyas de una jornada de puertas abiertas, en la que pasaron alrededor de 3.000 personas. En este último encuentro de Tàpies con la ciudad que lo vio nacer, triunfar y morir, cientos de personas entraron en el centro y pudieron firmar en el libro de condolencias. Admiradores, conocidos y anónimos, curiosos o aficionados al arte, se dieron cita en un espacio que podía pasar por la última exposición antológica del maestro.
Flores y catálogos
En la recepción de la Fundación algún visitante depositó un ramo de flores, mientras que en la tienda del centro casi se agotaron los catálogos y las postales con obras de Tàpies. La directora, Laurence Ressel, viendo el ir y venir de gente, explicó a LA RAZÓN que «hemos hecho lo que teníamos que hacer: abrir este centro a la ciudadanía. Es un día de profunda tristeza, pero también resulta un enorme privilegio poder pensar en llevar la fundación hacia el futuro. Es un momento difícil, pero sé que él va a estar con nosotros». Para Ressel, el de ayer era una buena ocasión para entender mejor a Tàpies porque «se requiere un momento de silencio». Y el silencio, precisamente, marcó la presencia de un público deseoso de reencontrarse con la pintura y la escultura de quien fue uno de los pilares de Dau al Set.
A las tres de la tarde ya se divisaban colas. Uno de los primeros en llegar fue el coleccionista y mecenas Antoni Vila Casas. «Ha sido un icono de la pintura catalana y con su trabajo ha hecho mucho por Cataluña. Como persona lo recuerdo como un ser muy cercano, espléndido con todas las causas», aseguró Vila Casas.
El ex presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, se situó en la cola como un visitante más, mientras el conseller de Cultura Ferran Mascarell anunciaba que habrá algún acto dedicado a la memoria del pintor. «Estamos a disposición de la familia», aseguró Mascarell. También la que fuera directora durante diez años de la Fundació Tàpies, Nuria Enguita, resaltaba el carácter del artista como «un hombre de una generosidad real, de trato muy cercano. Tenía la particularidad de que, incluso cuando no estaba de acuerdo contigo, respetaba tu opinión» .
Admirado siempre
Un grupo de señoras reconocían que asistían a la Fundación por curiosidad y por primera vez: «Nunca habíamos entrado. La verdad es que no conocemos su obra, pero él ha sido muy importante», matizó una. Algún estudiante de Bellas Artes se daba cita en las salas de la fundación y reconocía que «era un genio. Yo lo he admirado siempre».
Hoy la Fundació Tàpies volverá de nuevo a abrir sus puertas a todo el mundo entre las nueve de la mañana y las nueve de la noche, aunque la única sala que no estuvo accesible ayer estaba en el exterior del edificio, donde se expone el famoso calcetín. Cuando murió Pablo Picasso, los herederos del pintor quisieron velarlo en la intimidad, pensando que era mejor recordar al artista tan vivo como la obra que había dejado. Con Tàpies sucedió ayer lo mismo. La despedida de la familia y los amigos más cercanos se hizo en el tanatorio de Sant Gervasi, a donde se trasladaron también el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, y el secretrario de Estado de Cultura, José Mará Lasalle. Los restos del pintor serán hoy incinerados tras una ceremonia íntima.
El detalle
LAS TRES HERIDAS
Nuria Enguita aseguraba ayer un detalle importante, y es que en la obra de Tàpies la muerte tiene un papel muy importante. «Ese uso del tema me recordaba a aquel verso de Miguel Hernández que dice "Llegó con tres heridas"», dijo la ex directora de la Fundació Tàpies. El otro gran tema, visible en algunas de las piezas de la improvisada, pero magnífica exposición montada con pocas horas en el centro, es, según Enguita, «dar valor a lo insignificante». Este hecho queda expresado en una composición protagonizada por unos pantalones. Es lo cotidiano hecho arte.
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