Castilla y León
Alberto Contador: «Mi guión es la verdad»
La muestra de clembuterol encontrada en la orina de Alberto Contador el día 21 de julio es insignificante, incapaz de mejorar el rendimiento de un deportista. Cinco picogramos dicen los expertos. La millonésima parte de un miligramo. Apenas nada
En eso y en los controles a los que se sometió antes y después basa el ganador del Tour su defensa. Y lo explica con la convicción del que está seguro de su inocencia. En un hotel en Pinto, su casa, rodeado de cámaras y con la conciencia tranquila. «Mi guión es la verdad», insiste. «Y la UCI ha reconocido delante de mí que era producto de una intoxicación alimentaria».
«¿Necesitáis algo?» fue la pregunta de José Luis López Cerrón, ex ciclista y organizador de la Vuelta a Castilla y León al cocinero del Astana, Paco Olalla. Carne fue lo único que le pidieron. La que les ofrecía el hotel donde debían pasar el día de descanso era «bastante mala». Y López Cerrón, que llegaba de visita a Pau, paró en Irún, compró un solomillo de tres kilos y medio y se lo llevó al cocinero del Astana. Era el día 20 de julio, el día antes de la segunda jornada de descanso de la carrera francesa.
«Hubo cuatro corredores que bajaron antes a cenar», explica Contador. Entre ellos, Alexandr Vinokourov. Tuvieron que comer la carne que les ofrecía el hotel, «bastante mala», y el kazako se enfadó por no haber podido saborear el solomillo encargado a López Cerrón. La carne llegada desde Irún se cocinó después.
«En el autobús», cuenta Alberto. Había dos equipos más en el mismo hotel, el Liquigas y el Saxo Bank, y a sus cocineros no les dejaron acceder a la cocina del hotel. Esa carne la cenaron Alberto y otros cuatro corredores del equipo. Aquel día ya había pasado el control antidopaje sin que aparecieran rastros de clembuterol.
Al día siguiente, 21 de julio, jornada de descanso, Alberto se sometió a un análisis de sangre por la mañana. El de orina, el que detectó los restos de clembuterol, llegaría por la tarde. Entre medias, Contador volvió a comer el mismo solomillo. «No solemos comer carne los días de descanso por no engordar, pero ese día la comí por las molestias que se había tomado la persona que lo había traído», relata.
Alberto ya era líder del Tour y los controles antidopaje se sucedieron en los días siguientes. Los restos de clembuterol disminuyeron el día 22 a dos picogramos. Menos que nada. Y desaparecieron al día siguiente.
Alberto siguió compitiendo con normalidad hasta el día 25 en que recibió el maillot amarillo definitivo en los Campos Elíseos. El positivo se lo comunicaron el 24 de agosto y el 26 se lo notificaron por escrito. «El contraanálisis estaba previsto para el día 22, pero yo pedí que lo adelantaran. No podía esperar más», afirma Alberto. El contraanálisis se efectuó el día 8. «El resultado, lógicamente, fue el mismo», añade.
«Estoy triste, impotente ante la injusticia», dice. «No creo que nadie sea más estricto en el programa de control de la agencia antidopaje», asegura. Y fue la UCI la que le recomendó que acudiera a uno de los mejores especialistas del mundo, el doctor Douwe de Boer, para que elaborara un informe sobre el análisis positivo de clembuterol.
Contador recibió ayer el apoyo de su nuevo equipo, el Saxo Bank, y de las autoridades deportivas españolas. La UCI, por el momento, sólo lo ha sancionado de manera cautelar y espera a analizar el caso en profundidad para decidir si Alberto es inocente o culpable.
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