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Los españoles y el cambio por José María Marco
La Fundación FAES, como informaban hace pocos días estas mismas páginas, acaba de publicar un trabajo de José Ignacio Wert titulado «Los españoles ante el cambio». El texto incluye un análisis fascinante de los resultados electorales. Estudia la victoria «universal» del PP, es decir la victoria en todas las circunscripciones electorales del partido ahora en el Gobierno. En paralelo, recuerda la «derrota, aún más universal» del PSOE, que no alcanza el número uno en ninguna de las 17 comunidades autónomas.
El trabajo dedica bastante espacio a un análisis en profundidad de la realidad española, en particular en lo referido a nuestras actitudes y a nuestros valores. Confirma muchas cosas que ya sabíamos, en dos asuntos en particular. El uno es el apego que nuestra sociedad tiene al intervencionismo estatal: pocos países nos superan en la confianza que depositamos en el Gobierno a la hora de remediar e incluso prevenir nuestros problemas. El otro es lo que Wert llama nuestro «despiste axiológico», es decir la confusión en cuanto a los valores, explicable en parte por la rápida secularización de los últimos años. Se diría que una parte de la sociedad española no se atreve a manifestar opiniones propias: un grado muy amplio de tolerancia –siempre bienvenido, claro está– empieza a confundirse con cierta dejación a la hora de pensar por cuenta propia…
Estas constataciones no parecen muy alentadoras. Sin embargo, cruzadas con otras de las aportaciones del trabajo, proporcionan un retrato distinto de nuestra sociedad. La confianza en la intervención del Gobierno, por ejemplo, contrasta con la desconfianza que una parte importante de los españoles siente hacia los políticos. También resulta interesante comprobar que las adhesiones ideológicas no cambian, pero sí cambia el sentido del voto: un proyecto reformista como el del PP se ha visto respaldado por el núcleo mayoritario de quienes se sitúan en el centro del espectro político. A diferencia de lo ocurrido en 1982, a la victoria del PP no le acompaña un entusiasmo arrollador, pero sí algo que tiene tanto o más valor: la conciencia de la necesidad de un cambio.
Y es que en el estudio de Wert aparece una sociedad en proceso de transición. Está apegada a ciertos usos y costumbres que en los últimos treinta años han sido difíciles de discutir. Al mismo tiempo, no rechaza los cambios, sin duda ante la evidencia de que el modelo en el que hemos vivido hasta ahora está agotado. Es posible que la crisis esté trayendo un cambio en la capa más profunda de nuestra sociedad, la de los valores y las creencias. Parece haber, por tanto, una demanda o al menos una actitud favorable a las reformas, algo a lo que hay que responder con claridad. Eso sí, el trabajo insiste también en la necesidad de explicar con claridad todos los pasos que se vayan dando.
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