Grecia
El adelanto del adelanto
Si ya había ayer suficientes argumentos para pedir un «adelanto del adelanto electoral», como lo hizo Esteban González Pons en representación del PP, la respuesta de Elena Valenciano en nombre del PSOE hablando «del padrino, sus secuaces y sus fechorías», no es ni siquiera un argumento más. Es el argumento definitivo. Un partido gobernante no se puede dirigir en esos términos al de la oposición. O, mejor dicho, sí puede hacerlo, pero para demostrar que ha perdido los papeles y que la situación le ha desbordado, hecho que es comprobable si se mira la letra pequeña de esa violenta intervención pública. Detrás de las indignas y ridículas alusiones a la mafia estaba el patético reconocimiento socialista de que «saber la fecha electoral del 20-N da estabilidad», que equivale a un tácito «¡qué más quieren los mercados si nos hemos quitado a Zapatero!». Pues quieren que el hueco se llene cuanto antes. Quieren que haya un señor solvente en La Moncloa. Quieren creer que los españoles podremos pagar la deuda. Quieren quitarse el miedo a nuestro agujero autonómico. Quieren poder fiarse de las cuentas que les damos. Quieren que gobierne un partido consciente de la alarmante situación que vive el país, y que no tenga esas intolerables salidas de pata de banco que cometimos el error de empezar a tolerar en los tiempos de abundancia, como un impuesto añadido a la prosperidad. Lo que no quieren los mercados es a un PSOE dispuesto a prolongar, por sus intereses electorales, esta agonía española que, además de económica, es política. Lo que no quieren es a un señor que ha decidido quedarse cuatro meses de «fantasma de La Moncloa» (para eso podrían habilitar el Palacio de Linares) y que se tranquiliza pensando: «Si han rescatado a Grecia, ya nos rescatarán a nosotros».
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