Estados Unidos

Cherchez la femme por Luis del Val

La Razón
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Ante un vestido femenino, los hombres que han convivido con otras mujeres deben ser muy cuidadosos, porque una equivocación en la talla puede provocar reacciones imprevisibles en su compañera. Escribo «compañera» sin ningún matiz eufemístico, porque la periodista Valèrie Trierweiler, primera dama de Francia, es la compañera del presidente de la República, y esto del periodismo y de la política está muy unido en la actualidad, porque Segolene Royal, antigua esposa de François Hollande, dejó de serlo por los amores que le suscitó un periodista, de tal manera que poder y Prensa han ido unidos y revueltos en esta última etapa de la historia del país vecino.
En los años setenta del pasado siglo hubo un gran éxito en las librerías francesas con un libro divulgativo titulado «Histoires d'amour de l'histoire de la France», y que podría tener una continuación en los acontecimientos de los últimos años de la República. Más aún, recuerdo la frase del personaje creado por Simenon, el comisario Maigret, cuando ante un crimen de difícil comprensión murmuraba para sí o explícitamente: «Cherchez la femme», una frase que me imagino que puede poner de los nervios a nuestras inteligentes y activas feministas, pero que poseía un poso de lógica en un tiempo en el que las armas de mujer no podían combinarse con la igualdad de oportunidades. Porque todo este proceso arranca en el momento en que el candidato natural del Partido Socialista francés, Dominique Strauss-Kahn, -que posee un currículo mucho más brillante que la aparente liviana esposa de Hollande, y el que le puede plantar cara a Sarkozy, comienza a discurrir con el cierre de la bragueta, en lugar de discurrir con su cerebro, y todo se desmorona ente los socialistas franceses, cuyo triunfo no hay que achacar exclusivamente a las canciones de Carla, la antigua primera dama, sino a la dificultad de que el cabreo de los ciudadanos por la situación económica se canalice en votos al que gobierna.
En este contexto las damas son muchas, pero está claro que, si el presidente del Fondo Monetario Internacional hubiera actuado de manera más prudente en un hotel de Estados Unidos,es probable que las historias de falta de castidad anterior no hubieran salido a la luz y Hollande no hubiera sido candidato.
Y ocurre la paradoja de que el triunfo de los socialistas franceses favorezca a los conservadores españoles, porque Hollande posee más influencia para poder salir del círculo infernal que la que puedan aportar Rubalcaba o Rajoy.
Hace muchos años, Graham Green subrayaba el carácter determinante del factor humano. Donde lea «humano» lea usted «mujer» y volveremos a Maigret, y entenderemos algo de todo este laberinto en el que divorcios, traiciones, cuernos e infidelidades producen el efecto de que se afloje la presión de la deuda y nos permita respirar mejor.