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La maldición del sha de Persia

El pasado lunes, Ali Reza, el hijo menor de Farah Diba, se suicidaba de un disparo en su casa de Boston. Este suceso reaviva la leyenda trágica de una familia a la que el destino dio la espalda desde que la Revolución Islámica les obligó a dejar Irán

Ante los problemas, Farah siempre se refugia en su primogénito, Reza Pahlavi, príncipe en el exilio. Casado con la abogada Yasmine Etemad Amini, tienen tres hijas: Noor, Iman y Farah.
Ante los problemas, Farah siempre se refugia en su primogénito, Reza Pahlavi, príncipe en el exilio. Casado con la abogada Yasmine Etemad Amini, tienen tres hijas: Noor, Iman y Farah.larazon

Con la revolución islámica de los ayatolás, el sha de Persia inició una diáspora que le llevaría a Marruecos, México y Estados Unidos, país que le permitió una corta estancia para el tratamiento del cáncer que padecía, presionado por el asalto y secuestro del personal diplomático de la Embajada de los Estados Unidos en Irán. Finalmente, el presidente Anuar-el-Sadat le ofreció asilo político en Egipto, donde moriría un año después de su salida del palacio de Teherán.

Atrás dejaba una vida palaciega de ensueño, un país en una involución teocrática sangrienta y la dinastía en trance de desaparición. El sha Mohammad Reza Pahlevi había accedido al trono del pavo real tras la abdicación de su padre en 1941. Pero no fue hasta el pacto de Bagdad, en 1955, una vez repuesto en el trono tras el golpe de Estado del primer ministro Masaddeq, con el apoyo de Estados Unidos e Inglaterra, cuando el sha inició la modernización industrial del país, no sin antes eliminar de forma expeditiva a la oposición al régimen con la ayuda del servicio de inteligencia de la temida Savak.

Estando el ayatolá Jomeini en el exilio, el sha y su tercera esposa, Farah Diba, fueron coronados como emperadores con el boato y la munificencia asiática, digna de las portadas del «¡Hola!» y «Paris Match». A partir de ese momento, el proceso de modernización de Irán se aceleró con la llamada «revolución blanca». Seis grandes reformas, la primera de ellas, con el apoyo entusiasta de Farah Diba, era la emancipación de la mujer, cuyo primer paso se había dado ya en 1936 con la prohibición del velo y las leyes sobre el divorcio y la poligamia.

El escollo mayor fue la reforma agraria, la privatización de ciertas empresas del Estado y las campañas de alfabetización. La primera se encontró con la oposición de los terratenientes y la segunda con la sublevación del clero, al que se desposeía del monopolio de la educación y de sus tierras, a la que habría que sumar la occidentalización de las costumbres, causantes de su derrocamiento en 1979, antecedida por una campaña de desprestigio internacional, en la que se acusaba al emperador de tráfico de influencias, corrupción y enriquecimiento de la familia y amigos del sha. En plena guerra fría y bajo el mando feudal del sha, Irán se convirtió en una dictadura petrolífera armada hasta los dientes por Estados Unidos, temerosa de la influencia soviética en una zona que, tras la revolución fundamentalista de los ayatolás, se desestabilizaría hasta la situación extrema actual.


Vida esplendorosa
Con el acceso al trono y siguiendo los tópicos de la mil y una noches, el joven sha de Persia puso su empeño en fascinar al pueblo iraní con una boda de ensueño y una vida esplendorosa. Para ello, concertó con el rey Faruk de Egipto matrimonio con su hermana, la princesa Fawzia, considerada como una de las mujeres más bellas del mundo. Un matrimonio de conveniencia entre los dos países, cuya riqueza de lujo concitó la atención de los semanarios internacionales. La deslumbrante belleza de Fawzia fue captada por la cámara de Cecil Beaton, posando con joyas de Van Clef, al estilo de las estrellas de Hollywood, y bautizada por la revista «Life» como «la Venus de Asia».

El divorcio se planteó por el problema dinástico del heredero. Con Fawzia sólo tuvo una hija, la princesa Shahnaz Pahlevi. Como feminista convencida, Fawzia era una mujer moderna y mundana, acostumbrada a una vida lujosa y occidentalizada, que conoció el exilio en 1952, cuando la familia real egipcia fue forzada a abandonar el país hasta la década de los 70.

Tras el divorcio, contrajo matrimonio con Soraya Esfandiari, hija de un diplomático iraní y una alemana, a la que repudió por estéril siete años después de otra de las fastuosas nupcias reales. Soraya era, además de culta e inteligente, una belleza espectacular. Con unos ojos verde esmeralda y una fisonomía parecida a la de Ava Gardner, se la conoció como «la princesa de los ojos tristes», y en su peregrinar sin rumbo por Europa se enamoró del director de cine italiano Franco Indovina, con quien debutó en el cine, junto a Antonioni y Bolognini, en «Las tres caras, de una mujer» (1965), con un resultado francamente mejorable.

 Su relación sentimental se truncó por la muerte del director en un accidente de aviación, víctima, quizá, de la maldición de la casa Pahlevi, pues ella murió a los 69 años y su tumba fue profanada por radicales islamistas.


Cocaína y barbitúricos
Con su tercera y última mujer, la estudiante de arquitectura Farah Diba, se casó en una ceremonia de tal fasto y relumbrón mediático que ocupó las portadas de todas las revistas del corazón. Con Farah Diba tuvo al fin a su heredero, el príncipe Reza Pahlevi, seguido de tres hijos más: Farahnaz, Alí Reza y la princesa Leila.Esta última murió por sobredosis en un lujoso hotel de Londres. En el comunicado de Farah Diba se ponía el acento en la depresión que la princesa arrastraba desde la muerte de su padre y su incapacidad para superar tanto la injusticia del exilio como la situación en la que vivía Irán. Farah escribió en sus memorias que «su juventud fue destruida por la revolución», pero la triste verdad es que Leila vivía enganchada a las drogas y ni siquiera con la ayuda de su hermano Alí Reza consiguió salir a flote. Se suicidó con una mezcla de cocaína y barbitúricos.

Diez años después, este mismo 4 de enero, Alí Reza se mató de un tiro en su casa de Boston a los 44 años de edad. En el frío comunicado del heredero al trono de Irán, se dice que la muerte de su padre y hermana le habían deprimido de forma muy acusada, reiterando que, «como millones de jóvenes iraníes, él también estaba demasiado afectado por los males que padece su querida patria», pero quizá ambos murieron de hastío.

La tragedia de la casa Reza Pahlevi lleva camino de convertirse en una novela de intriga. ¡Qué lejos queda la fantasía almodovariana de «Laberinto de pasiones», en la que el heredero al trono de Tirana se sumaba a la movida en busca de acción, sexo y drogas en aquel Madrid cuyas noches duraban días enteros y los cuerpos eran pistas de aterrizaje de todas las pasiones!


El detalle
LA TRAGEDIA LLAMA DOS VECES

La vida no se lo ha puesto fácil a la ex emperatriz, que ha soportado la muerte de dos de sus hijos. Primero la de Leila (Foto 2: a la izda. con su madre), que apareció sin vida en la habitación de un hotel de Londres en 2001 cuando tenía 31 años. Y hace unos días a Ali Reza (a la dcha.). Los hemanos se adoraban; tanto, que la princesa viajaba a menudo a Boston y él fue su máximo apoyo para salir de las drogas. Cuantan que Ali nunca superó su muerte, de ahí que sufriera una profunda depresión que le llevó a quitarse la vida. En sus memorias, Farah escribió que era el más sensible de sus hijos y un apasionado de los aviones. Se graduó en Princeton, Columbia y Harvard.


Primera reina y única emperatriz de Irán
Para Farah Diba, «volver a empezar» es una máxima vital que ha tenido que aplicar tanto en su vida pública como en la privada desde que dejó una vida acomodada alejada de responsabilidades públicas para convertirse en la tercera esposa de Mohammad Reza Pahlevi. A partir de ahí el exilio, primero, y la muerte de su esposo y el suicidio de dos de sus hijos después, le han borrado la sonrisa.
- «SÍ, QUIERO». Fue presentada al sha por el yerno de éste, Ardeshir Zahedi. Él se enamoró al instante y se casaron el 21 de diciembre de 1959.
- FAMILIA NUMEROSA. Mohammad Reza Pahlevi tuvo con Farah cuatro hijos: el príncipe heredero Reza Ciro, Farahnaz, Ali Reza y Leila. En la imagen, con los pequeños.
- EL GRAN REGALO. En 1967, Farah se convirtió en «shahbanu», o emperatriz, título que creó su esposo específicamente para ella y que no tuvieron sus anteriores esposas.
- ICONO POP. Su estilo la llevó a convertirse en referente de la prensa del «coure», objeto de culto del pop art español y fuente de inspiración de la película «Laberinto de pasiones» de Pedro Almodóvar.
- LA ESPERANZA. Ante los problemas, Farah siempre se refugia en su primogénito, Reza Pahlavi, príncipe en el exilio. Casado con la abogada Yasmine Etemad Amini, tienen tres hijas: Noor, Iman y Farah.