España

«Mi segunda patria me ha traicionado»

Llevan aquí años, les cuesta obtener la nacionalidad española y ahora no se les ha defendido como esperaban.

Zahra Ramdan enseña su carné de identidad español
Zahra Ramdan enseña su carné de identidad españollarazon

Madrid- En el DNI de Zahra Ramdan se lee Zahra Ahmed. Ha tenido que cambiar de nombre, como ha tenido que cambiar de lugar para vivir. A sus 51 años sigue recitando la lista de los ríos españoles que se aprendió en su colegio del Sáhara occidental y habla castellano a la perfección. Al fin y al cabo, como dice su documento de identidad, es española. Lo fue cuando nació, en el Sáhara, y lo es otra vez desde 2003. Aunque estos días, una vez más, se siente abandonada por España: «Mi segundo país me ha traicionado», dice en el salón de su casa, con el «melhfa», que le cubre en la cabeza, y en calcetines. «Es la cuarta o quinta vez que sucede», continúa. La primera ocurrió en 1975, la última está sucediendo ahora mismo.

Hija de un ATS, salió del Sáhara en 1975 corriendo junto a un grupo de estudiantes y todavía no ha vuelto. Representante de las mujeres saharauis, ha viajado por todo el mundo habla cuatro idiomas y espera algún día regresar a la tierra en la que viven sus padres. Mientras vive en España, porque es el país que más cercano siente. Su padre también recuperó la nacionalidad española en 1998, sus amigos de la infancia están en España. Aquí se ha instalado con sus hijas. Pese a que nota que por la calle la miran con suspicacia cuando sale con el traje típico saharaui, pese a que le extraña que los vecinos sean seres lejanos y no uno más de la familia, pese a que, en fin, ya no pueda tener como apellido el nombre de su padre, y se apellide Ahmed, este es su hogar.

Ella es española. Sus hijas no. «La ley para conseguir la nacionalidad la traduce cada juez como le da la gana y como mis hijas nacieron en los campos de Argelia, el juez dice que la partida de nacimiento de mis hijas es dudosa. Dos veces he intentado que les den la nacionalidad española, como yo, pero es imposible».

Los saharauis tienen nacionalidad marroquí o mauritana o argelina, según el país oficial donde hayan nacido y todo eso hace muchos más complicado lograr la nacionalidad española. Da igual que pasen años y años, aquí, o que su madre sea española o hablen con todos los latiguillos de nuestro idioma.

Bon, Mohamed o Sidati llevan años en España, trabajan o estudian, pero no pasan de la tarjeta de residencia que cada cinco años tienen que renovar. Cuando vivían en el Sáhara, España era el lugar al que ir. Sus padres les han enseñado el idioma y todos los españoles que llegaban a su tierra eran comprensivos con su situación. Uno lleva desde 1999, otro aprovechó que su madre era española y vino hace dos años. Otro vino unas vacaciones de la paz y se quedó hace seis años. Aquí tienen sus amigos, allí sus hermanos o tíos o primos. Tienen una patria, donde nacieron, que no existe y otra segunda, donde viven que les ha decepcionado.

Cuando puedan volverán a recuperar un país donde aún se respeta a los mayores, donde hay confianza entre vecinos. «Eso falta en España», cuenta Zahra. ¿Y qué te llevarías de España? «La democracia, la libertad, el estado de derecho».