Navarra
Medicamentos con una doble vida
La Aspirina y el ibuprofeno no sólo alivian jaquecas. Fue el cardiólogo Valentín Fuster quien demostró que el ácido acetilsalicílico previene la formación de coágulos en las arterias, de tal forma que hoy se receta en la prevención de infartos.
Madrid- Y no es su única propiedad: recientes estudios sugieren que previene el riesgo de desarrollar cáncer de colon, alzhéimer, arterioesclerosis... El ibuprofeno también alberga más de una sorpresa. Un trabajo de la Harvard School of Public Health afirma que la ingesta regular este antiinflamatorio podría reducir hasta en un tercio el riesgo de sufrir párkinson.
Son sólo dos ejemplos que ilustran un hecho: los medicamentos «viejos» acogen beneficios insospechados. Y por primera vez, los científicos utilizan herramientas informáticas para predecir estos nuevos usos. Partiendo de una base de datos pública que incluye miles de estudios genómicos sobre enfermedades, un equipo de la Universidad de Stanford en Palo Alto (California), liderado por el doctor Atul J. Butte, ha creado un programa que estudia las miles de combinaciones posibles entre un centenar de males y 164 fármacos. ¿El objetivo? Encontrar patrones de expresión génica que se anulen mutuamente. «Si una enfermedad aumenta la actividad de determinados genes, el ordenador lo enlaza con la droga que provoca la disminución de esa actividad», dice Alisa Zapp, del Instituto Nacional de Salud (NHS) e integrante del equipo de Butte. Los científicos pueden comprobar que dos enfermedades comparten rasgos genéticos parecidos, por lo que «ambas podrían ser tratadas con medicamentos que usen sistemas moleculares similares».
Tras experimentar con ratones, los científicos hallaron que la cimetidina, un medicamento contra la úlcera, desacelera el crecimiento de células cancerígenas del pulmón. Y también que el topiramato, un anticonvulsivo, reduce las inflamaciones del intestino. «Lanzar un nuevo medicamento puede acarrear costes de un billón de dólares y muchos años de investigación y desarrollo», afirma la doctora Rochelle M. Long, integrante del equipo de Stanford.
En la Universidad de Stanford recuerdan el largo historial del «reciclaje» de medicamentos. La talidomida, que nació como un calmante de las náuseas para los primeros meses de embarazo, se ha utilizado para tratar la lepra en países africanos. Y el ácido retinoico puede usarse para frenar el acné, pero también es útil en el tratamiento de la leucemia.
«Las sorpresas, continuas»
No hay que olvidarse del sildenafilo, más conocido por su nombre comercial: Viagra. «Ha sido muy vilipendiando, pero se utiliza para tratar la hipertensión pulmonar», afirma José Ramón Azanza, director del departamento de Farmacología Clínica y de la unidad de investigación clínica de la Clínica Universitaria de Navarra. Y es que «las sorpresas son continuas». El lorazepam, un antidepresivo, es un excelente antiepiléptico. Y los monoclonales –sustancia química que inmoviliza los anticuerpos– utilizados para el cáncer de mama son también de utilidad en el cáncer de pulmón y el linfoma.
«Casi el cien por ciento tiene más propiedades que las que indica el prospecto», añade Azanza. Con todo, existe un protocolo: si ha probado los medicamentos «reales» y no han dado un resultado satisfactorio, el médico puede usar otros medicamentos no indicados «avisando al paciente y al centro hospitalario».
Azanza explica que la Agencia Europea del Medicamento autoriza una serie de ensayos clínicos para verificar si el fármaco es eficaz contra la enfermedad para la que fue diseñado. Sin embargo, «son ensayos caros de realizar y muy complejos. Y las empresas tienen que rentabilizar esos estudios en los supuestos más probables», asegura. De ahí que la investigación sobre sus efectos en otros males se quede en el limbo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar