Historia

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La otra «revolución cultural» de Zapatero

Treinta años después de la Transición, la revolución «cívica» de Zapatero puso todo su empeño en resucitar las «dos Españas» y sus viejas deudas 

Cartel con fotografías de víctimas del bando republicano en la Guerra Civil
Cartel con fotografías de víctimas del bando republicano en la Guerra Civillarazon

Rodríguez Zapatero resultó aún más innovador en la política cultural. El Gobierno se dispuso a crear nuevos derechos con los que se disponía a ampliar las libertades de los españoles. Así fue aprobado el matrimonio entre personas del mismo sexo, que vino a solucionar una demanda –la de la regularización de las parejas homosexuales– presente en la sociedad española desde bastantes años antes y a la que Aznar no había querido dar respuesta. También fueron promulgadas leyes para promover la igualdad entre sexos, como era de esperar bajo un presidente que, como Rodríguez Zapatero, se había declarado feminista. Luego vendría una nueva legislación sobre el aborto, que hacía de éste uno de los nuevos derechos de las ciudadanas españolas. De los 37.135 abortos que se realizaban en España en 1990 pasamos a 115.812 en 2008.

El frente abierto en el terreno cultural incorporó otras medidas, como la legislación contra la violencia de género y la asignatura de Educación para la Ciudadanía. La asignatura de Educación para la Ciudadanía no se limitó, como podía haber sido previsible, a la enseñanza de los principios democráticos y liberales. También quiso culminar el adoctrinamiento ideológico impuesto en la enseñanza desde tiempos de Felipe González. La ley contra la violencia de género fue diseñada más como un instrumento de cambio social que como una norma jurídica: Rodríguez Zapatero estaba cambiando la sociedad española a su gusto. En un alarde de imaginación lingüística, algún funcionario del Gobierno llegó incluso a barajar la posibilidad de sustituir las expresiones de «padre» y «madre» por «progenitor A» y «progenitor B». Entre 2004 y 2008, los divorcios aumentaron de 50.064 a 121.923. Las cifras sólo se explican por la ley de divorcio exprés, que trivializó las separaciones matrimoniales, como la del aborto trivializaría la muerte de millones de futuros niños.

El Gobierno de Rodríguez Zapatero desencadenó así una ofensiva entre cultural e ideológica que movilizó en su contra a buena parte de la sociedad española. Hubo grandes manifestaciones que demostraron la voluntad de no aceptar aquellos cambios impuestos por el poder político, y se generaron corrientes de opinión apoyadas por la Iglesia católica, algunos medios de comunicación y organizaciones ciudadanas que se inspiraron, en parte, en la movilización de los liberal conservadores norteamericanos en años anteriores.

Esta guerra cultural caracterizó el Gobierno de Rodríguez Zapatero y distinguió a nuestro país del resto de los países europeos, en los que medidas como ésas no se habían aplicado o lo habían sido sólo después de un laborioso esfuerzo de construcción de acuerdos y consensos. Hubo más. La Ley de Memoria Histórica, promulgada en 2007, podía haber paliado algunos elementos que la Transición y la democracia en España habían dejado un poco apartados de la luz pública, en particular en cuanto a la recuperación de los restos de las personas muertas durante la Guerra Civil y la represión posterior. Era la ocasión de hacer un nuevo ejercicio de pedagogía acerca de un momento trágico de nuestro pasado de españoles.

También se podía haber rendido homenaje a todos los que murieron por una idea de España que no es necesario compartir para respetar, y que forma parte de nuestra historia común.
Rodríguez Zapatero lanzó una campaña muy distinta, que venía a ensalzar al bando republicano como el único democrático (...) La Transición, que dio forma política a la biografía moral de los españoles –entre ellos Rodríguez Zapatero–, no había significado el olvido de las atrocidades cometidas en aquellos años, sino la reconciliación en una España integradora, pluralista y tolerante. También había trasladado a la esfera política el esfuerzo moral que los españoles, de forma individual, habían realizado antes a favor del perdón, exactamente como los europeos habían hecho después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se enfrentaron a la reconstrucción de sus países después del desastre.

Rodríguez Zapatero puso en peligro aquel esfuerzo y aquel ejemplo moral. El enfrentamiento civil entre españoles volvió a formar parte de la realidad política y social española. De paso, quedaba puesto en cuestión el consenso moral y político sobre el que se fundaba la Transición. De hecho, la Transición empezó a verse sometida a una revisión «histórica» que tendía a considerarla una forma de continuidad con el régimen de Franco. Treinta años después de la Transición, volvía a haber buenos y malos españoles, y había que hacer la ruptura que entonces no se hizo. Los socialistas de Rodríguez Zapatero —incluidos los círculos universitarios e intelectuales— pusieron todo su empeño en resucitar las «dos Españas».

FICHA
Título del libro: «Una historia patriótica de España»
Autor: José María Marco
Edita: Planeta
Sinopsis: La palabra «patria» o «patriótico» en nuestro país siempre va asociada a la derecha, pero esta historia que ha escrito José María Marco no es roja ni azul. Se podría decir que es una tercera visión, quizás liberal, y sin duda, más atractiva y menos coloreada. Esta particularidad, permite al autor, y al lector, contemplar cómo las sucesivas civilizaciones o grupos que se van asentando en la península, van estructurando un cuerpo, quizás no coherente, pero sí consecuente con los tiempos en los que saltan a la palestra. Cada grupo o asentamiento va conformando un modelo común a modo de sedimento, y los problemas que este proceso genera no afectan al modelo en sí, la patria, sino que son parte inherente del mismo.