Consejo de Ministros
Elena Salgado La defensora de reformas que se quedan a medias
No tiene habilidad dialéctica. En sus intervenciones da sensación de debilidad. En alguna sesión de control se ha quedado en blanco. Pero la fragilidad es sólo aparente porque en las distancias cortas se percibe su firmeza. Controla los temas. No busca afabilidades al uso.
Salgado no ha sido y no es una ministra y vicepresidenta económica «técnica», como lo fueron sus predecesores del PSOE o del PP. Gente que si metía en ideologías era para discutir los límites o la actualidad del keynesianismo. Ella no. Es ingeniera industrial. Y quizás por eso se ha ocupado de muchas cosas. Ya se sabe que un ingeniero industrial sirve para casi todo. Desde que los socialistas ganaron las elecciones en el 82, tuvo varios cargos en el Ministerio de Economía y en el de Industria. Poco antes de que González hiciera definitivamente las maletas de Moncloa, se hizo cargo de la gestión del Teatro Real. Duró algunos meses en el puesto, pero Miguel Ángel Cortés, que sabía que el suyo no era un perfil de gestora neutral, la sustituyó pronto. Durante los ochos años del PP se dedicó al sector privado, sobre todo a las telecomunicaciones. Desde que Zapatero se hizo con el poder ha tenido un perfil marcadamente identificado con el de su jefe. Hasta julio de 2007 estuvo al frente de Sanidad. Y quiso dejar claro que aunque está transferida se puede hacer mucha política desde el Gobierno si se quiere implantar un determinado modelo social. Puso en marcha la primera ley antitabaco, estuvo a punto de conseguir una severa restricción del vino y la emprendió contra las hamburguesas de gran tamaño. Lo más nefasto de su currículum es haber impulsado la Ley de Investigación Biomédica que introdujo la clonación terapéutica en España y convirtió al hombre en experimento de sí mismo. Como los obispos se la criticaron, acabó negándoles a los prelados legitimidad para intervenir en la vida pública. Sin matices. Tras su paso por Administraciones Públicas, se convirtió en la responsable de Economía y ha sido la que ha justificado el viraje de Zapatero a partir de mayo de 2010, la que ha defendido reformas que siempre se han quedado a medias.
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