Berlín

España no puede ser Grecia

UGT jalea a sus afiliados: pide a sus delegados en un comunicado interno que organicen protestas «en la más absoluta discreción» contra el Partido Popular. El Gobierno cuenta con que la oleada de presión en la calle irá en aumento de aquí al otoño mientras los sindicatos amenazan con una escalada en las movilizaciones.> El polvorín de Valencia: Las protestas de los estudiantes acaban con al menos 25 detenidos. La Policía justifica su actuación por la «agresividad de los jóvenes». > El Estado del Bienestar, según los sindicatos: más gasto público y más déficit > A tomar la calle; por José Antonio Vera > «Comisiones» obreras; por Ely del Valle

España no puede ser Grecia
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MADRID- El Gobierno practica en sus análisis de puertas adentro la misma crudeza que practica en público para que no se diga de ellos que, al igual que el PSOE, prometen «brotes verdes» que nunca llegan. Por eso el Gobierno no sólo no quita importancia a las movilizaciones sindicales, sino que acepta, y trabaja con ese escenario, que irán a más y que puede tener que lidiar con un final de año, y arranque del que viene, con la calle «muy caliente».

El razonamiento de este análisis se apoya en varias premisas. Está el hecho de que las reformas, empezando por la del mercado laboral, no tienen marcha atrás. Y que, por tanto, la variable que no pueden estrictamente controlar, la del momento de la reactivación económica y cuándo se nota ya el dique a la destrucción de empleo, determinará en muy buena medida el futuro de la estrategia de la izquierda en la calle. Hasta el propio Mariano Rajoy ha solemnizado que este año seguirán destruyéndose puestos de trabajo. También tienen en cuenta que «no tienen margen» –dicen– para echar marcha atrás en las reformas, más bien al contrario, ya que Bruselas es como la «gota malaya» y no ha rebajado la presión sobre el Ejecutivo en ningún momento desde que Rajoy llegó a La Moncloa. Bruselas ataca por tres vías: llamando a Economía, al ministro Luis de Guindos; dirigiéndose a Asuntos Exteriores y con una interlocución directa también con la Oficina Económica de Moncloa.

Quienes están cerca de Rajoy coinciden en destacar que su obsesión es la confianza internacional: dicen que el presidente tiene «bien claro» que la prioridad de España es mantener calmados a los inversores, no tener sobresaltos con la prima de riesgo, mantener el grifo abierto de la financiación y cambiar su imagen ante Berlín y ante la UE. Rajoy cree que sin esa estabilidad, no habrá base para dejar de caer y activar la recuperación. Aunque al mismo tiempo que condiciona su posición oficial al objetivo de recuperar la confianza internacional también está trabajando para que Bruselas y Angela Merkel se impliquen de una vez en las políticas de estímulo al crecimiento. Ningún miembro del Ejecutivo lo verbalizará oficialmente, porque eso es lo último que hoy toca, pero internamente ya trabajan con la previsión de que la Comisión Europea nos revise el objetivo de déficit. Y la confirmación de ese escenario marcará un antes y un después en los Presupuestos para 2012. Este jueves es una fecha muy importante porque Eurostat anuncia las previsiones económicas para la UE.

En relación a los Presupuestos, fuentes solventes anticipan que la clave no está en los que se presentarán a finales de marzo, sino en los de 2013, que el Gobierno elaborará en verano para su tramitación parlamentaria en otoño. La excepcionalidad de la situación que ha provocado la decisión del PSOE de no mojarse en la precampaña del 20N con los ajustes que requerían los Presupuestos de este ejercicio ha provocado otra situación tan excepcional como que el Gobierno tendrá que elaborar dos proyectos en un mismo año. Y será en el de 2013 donde incluya las grandes reformas del Estado del Bienestar necesarias –explican las fuentes consultadas– para garantizar su viabilidad, especialmente en los grandes capítulos del gasto social: Sanidad y gasto farmacéutico, y Educación. Esa reforma, previsiblemente, se sostendrá sobre la revisión del gratis total para todo el mundo, lo que, en un escenario de recursos cada vez más limitados, «acaba perjudicando a quienes más necesitan el apoyo del Estado, es decir, a los más desfavorecidos». Ese debate, y su concreción en medidas no populares, llegará en otoño. Antes, el déficit que nos imponga Bruselas puede volver a alterar el marco fiscal y traer una subida del IVA. Con todos estos elementos, en clave de partido el PP cree que donde se la va a jugar realmente no es en las elecciones andaluzas de marzo, sino en las gallegas, que tendrían que celebrarse, junto con las vascas, en marzo de 2013, vamos, en ese invierno «caliente» para el que el Gobierno ya se prepara. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, tiene en su mano la posibilidad de adelantar los comicios para intentar escapar del recrudecimiento del malestar social por las reformas y los ajustes, pero en su entorno sostienen que no es una hipótesis que esté encima de la mesa. «La seriedad por encima de la estrategia», dicen los suyos.