Chipre
Libertad y crisis humanitaria
El Gobierno español no se enfrenta a Marruecos porque, entre otras cosas, el vecino del sur frena la entrada en nuestro país de inmigrantes ilegales, siempre que las relaciones sean buenas. En caso contrario, hemos podido comprobar que la llegada de «sin papeles» se asemeja a una avalancha.
Una función similar tenía el malvado Gadafi respecto a la inmigración en Italia, aparte de su poderío petrolífero. El líder libio, tras alcanzar un acuerdo económico con Berlusconi para construir infraestructuras en su país, controló el 98% de los emigrantes no legales que partían hacia Italia. Por eso ahora, ante la previsible huida de decenas de miles de ciudadanos libios, los países de la Unión Europea del arco mediterráneo van a pedir a sus socios la creación de un fondo especial de solidaridad con el que afrontar el impacto que pueda ocasionar la presumible llegada masiva de indocumentados.
En principio, el norte de Italia. España, Grecia, Francia, Italia, Chipre y Malta son los países más afectados por la crisis humanitaria que se va a generar en los Estados que están luchando por la libertad. De hecho, tras la reciente caída del autócrata tunecino Ben Ali, miles de ciudadanos de ese país han arribado a la isla de Lampedusa.
Tampoco parecería anormal que dada la satisfacción general por los procesos de liberación que está viviendo el mundo árabe, se generara una corriente de solidaridad entre todos los miembros de la UE para repartir equitativamente el coste de los inmigrante irregulares que llegan, o en palabras políticamente correctas: llevar a cabo una política de asilo sostenible.
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