Estreno
Hecho un cuadro
Director: Oliver Parker. Intérpretes: Ben Barrnes, Colin Firth, Rebecca Hall y Ben Chaplin. Guión: Toby Finlay, según la novela de Oscar Wilde. Duración: 112 minutos. Gran Bretaña, 09. Fantástico.
Lo único que vale la pena es la belleza y la satisfacción de los sentidos. Éste es el ideario de Lord Henry Wotton, dandy decadente que corrompe al ingenuo Dorian Gray sin atreverse a llevar hasta sus últimas consecuencias su férrea defensa del hedonismo. Oliver Parker ocupa la posición cobarde, de tirar la piedra y esconder la mano, que ocupa Henry en la novela de Oscar Wilde: su adaptación aboga por el exceso de las pasiones –se subrayan las connotaciones homoeróticas del original, el goticismo se transforma en «splatter», el cuadro que absorbe la oscuridad del alma de Dorian es un hervidero de pústulas digitales– pero su puesta en escena es la de un moderno «Grandes relatos». Es el tercer Wilde de Parker, director artesanal que parece haberse especializado en resucitar los clásicos de la literatura británica –«Otelo», «Un marido ideal», «La importancia de llamarse Ernesto»– que no necesitaban de su bisturí aplicado, y que aquí se permite el lujo de cambiar el final de la novela para espectacularizar equivocadamente su moraleja. Craso error; otro, el de escoger a Ben Barnes como protagonista: no tiene el suficiente carisma para encarnar a este efebo narcisista, que se transforma en diablo con un poquito de láudano y otro poquito de opio, bello y bestia en un solo pestañeo.
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