Escritores
Pesados muy pesados
Hay una izquierda sectaria y radical que se ha apropiado del término «progresista» cuando son lo más retrógrado y viejo que conozco. Al ver las imágenes de los jóvenes peregrinos increpados por una recua de enloquecidos y vociferantes sentí un «deja vu». Son los mismos de hace diez, veinte, treinta años... Los que se mueven por un odio irracional contra la Iglesia y que no soportan este estallido de ilusionante fervor religioso. No tengo nada contra los ateos o los agnósticos, allá ellos con sus ideas, porque muchos son gente respetuosa que creen en sus convicciones aunque siempre espero que en el último minuto abracen la fe. Dios es generoso y los acogerá en su seno. Otra cosa muy distinta son esos seres llenos de odio cuya idea de progresismo es insultar a los que no piensan como ellos. El éxito de la JMJ y el magisterio de Benedicto XVI es su gran derrota. La mejor respuesta es nuestra indiferencia. Mi madre siempre me decía que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio. Es verdad. Hay que rezar por ellos.
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