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Calu Rivero: orgullo criollo

La estrella de la telenovela «Dulce amor» encandila a Sean Penn

Calu Rivero siempre se ha distinguido por sus fotografías sugerentes
Calu Rivero siempre se ha distinguido por sus fotografías sugerenteslarazon

Está encantada de haberse conocido. A sus 25 años, Calu Rivero se ha abonado a la fama desde todos los frentes posibles: su aparición en la telenovela de éxito «Dulce amor», sus sugestivos «top less» para campañas de publicidad de marcas de poco fuste, el debate nacional sobre lo que ella denomina sus «lolas» y la traca final: el supuesto romance que mantiene con Sean Penn, al que conoció en calidad de embajador itinerante de Haití y con el que se ha paseado hace unos días por el barrio de Palermo para alegría de los fotógrafos. Calu Rivero no tiene ni un pelo de tonta; al revés, pocas figuras argentinas dominan como ella el noble arte de dar titulares a la Prensa sin decir nada. Sabe dosificar sus respuestas. Sobre su supuesta relación con Sean Penn, lo mismo saca a pasear su faceta más ordinaria –«estás en pedo si pensás que yo te voy a responder», le dijo a un reportero–, que se pone de un intenso que nadie es capaz de descifrar lo que quiere decir. Sólo hay que leer una de las declaraciones que le hizo al «¡Hola!» argentino sobre la posibilidad de casarse, con Penn o con cualquiera que tenga un apellido de empaque, y tener hijos: «Jamás diría a los 30 años que quiero ser madre, porque eso me condiciona y atrofia mi personalidad»... ¿Atrofiar la personalidad? Lo dicho, da ganas de darle una colleja para ver si se le activa el riego sanguíneo.
Más allá de su romance por confirmar con Sean Penn, lo que trae de cabeza a sus compatriotas más petardos es el tamaño de sus senos. Calu Rivero sabe administrar sus apariciones a cuerpo gentil, lo que no sabe dosificar es su ego, mayúsculo y superlativo. Uno de los debates nacionales es saber si está operada o no. Ella negó la mayor con una frase de las suyas: «Prefiero ser imperfecta a hacerme cirugías. Potencio aquello que me hace ver más linda. Tengo un instinto y una belleza criolla». Pues vale.
Sea como fuere, Calu Rivero es tan famosa por la telenovela que protagoniza como por sus romances. Si hace unos años se dio a conocer por sus amantes autóctonos, como el músico Emmanuel Horvilleur –rompió con él porque «había algo que se estaba desequilibrando»– y Aíto de la Rua, ahora ha optado descaradamente por hacer de ella misma una de las exportaciones más rentables de Argentina gracias a sus conquistas foráneas, como Sean Penn que, por cierto, todavía no ha dicho esta boca es mía.


Su álter ego patrio
Ana Obregón
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