Moscú
Putin consigue otra condena contra su «enemigo íntimo»
El magnate ruso Mijaíl Jodorkovski, fundador de la petrolera Yukos y otrora el hombre más rico del país, condenado en 2005 a 8 años de prisión por evasión de impuestos, afronta una nueva pena, de hasta 14 años, tras ser declarado ayer culpable de robo y blanqueo de dinero en lo que, según denuncian la Unión Europea y diversas organizaciones de derechos humanos, constituye la mayor persecución política que ha visto el país desde la desintegración de la Unión Soviética.
Como muchos multimillonarios de la nueva Rusia, Jodorkovski hizo su fortuna en las aguas revueltas de las privatizaciones postsoviéticas, cuando fundó Yukos, la petrolera que se convertiría en una de las empresas insignia de la nueva economía rusa.
Su caída en desgracia comenzó cuando demandó personalmente y en público a Putin que acabara con la corrupción empresarial fomentada desde el propio Kremlin. Era la gota que colmaba el vaso. Jodorkovski había intentado impedir la llegada al poder del antiguo agente del KGB financiando formaciones políticas opositoras y campañas contra una nueva guerra en Chechenia.
Antes de su detención en 2003, Jodorkovski recibió «avisos» para que dejara el país y abandonara Yukos, la mayor petrolera privada rusa a la sazón, pero el magnate, quizás confiado en su poderío o por cuestión de principios, desoyó las advertencias.
Jodorkovski nació en 1963 en Moscú en el seno de una familia de ingenieros. Fue dirigente juvenil comunista y, gracias a sus contactos, inició su carrera empresarial en 1987, en plena Perestroika, al fundar con unos amigos una compañía de compraventa de ordenadores y luego de importación-exportación, negocio que le reportó sus primeros beneficios. En 1991 fundó el grupo bancario Menatep, uno de los primeros bancos privados de Rusia, que se expandió rápidamente al serle asignada la gestión de fondos de compensación a las víctimas de la catástrofe nuclear de Chernóbil.
La meteórica carrera de Jodorkovski parecía imparable, incluso después de que Putin asumiera el cargo de primer ministro en el verano de 1999 y la Presidencia al año siguiente.
Sin embargo, su trayectoria empresarial se truncó el 25 octubre de 2003, cuando fue detenido por una unidad especial de los servicios secretos mientras estaba en su avión privado en el aeropuerto de la ciudad siberiana de Novosibirsk.
Ocho años de prisión fue la condena a la que él y su socio fueron sentenciados en 2005 por evasión tributaria, delitos de los que hasta hoy ambos se declaran inocentes. Durante el proceso, Jodorkovski acusó al Kremlin de una campaña de acoso y derribo contra su persona para poder «saquear» libremente la petrolera Yukos, ahora liquidada y con sus activos en manos de la estatal Rosneft. En febrero de 2007, año en el que ya podía solicitar la libertad condicional, la Fiscalía General presentó nuevos cargos en su contra por presunto robo de crudo a su propia petrolera. Como era de esperar, su solicitud de libertad condicional fue denegada.
«El ladrón debe estar en la cárcel», dijo Vladimir Putin, citando a un personaje de una serie policial soviética, al referirse al juicio a Jodorkosvski, pocos días antes de que se conociera el veredicto emitido ayer por el juez Víctor Danilkin.
La Unión Europea, «indignada»
- El presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, defendió ayer a Mijail Jodorkovski y aseguró que el nuevo proceso en su contra es «un emblema de los problemas sistémicos del Estado de derecho, el nihilismo legal y los derechos humanos en la Rusia de hoy». «No puedo más que reiterar mi solidaridad con el señor Jodorkovski y su familia», dijo ayer Buzek en un comunicado oficial en el que, además, exige a Moscú respeto a la «separación de poderes».
- Previamente, la Alta Representante de la UE, Catherine Ashton, había hecho un llamamiento a Rusia para que respetase los derechos humanos.
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