Escultura
Víctor Ochoa: «Trabajar con barro favorece la artritis»
Habla de su profesión con el ardor con el que convierte su sueño en barro, el barro en hierro y el hierro en el sueño del que mira su obra.
- Mucha gente no sabe que usted es arquitecto, además de escultor. ¿Esto influye en su obra?
-Yo tengo una idea renacentista del arte en la que el artista debe implicarse en todo. Esto me obliga a construir cosas, a convertir la escultura no sólo en una obra artística y personal, sino en un objeto que forme parte del paisaje. Y creo que eso se debe a mi formación como arquitecto.
-¿Una casa puede ser una escultura?
-Por supuesto. De hecho la arquitectura simbólica que se hace hoy no deja de ser una escultura habitable. Fíjese que ya no se hacen museos pensando en las obras sino en el edificio que la albergará, como es el caso del Guggenheim en Bilbao.
-Para la mayoría de la gente usted es conocido por su obra monumental. ¿Resulta muy complicado que un Gobierno, sea estatal, autonómico o local, costee un proyecto de ese tipo?
-En España sí, y es un error, sobre todo si se tiene en cuenta que hay ciudades en el mundo que viven de la creación escultórica de algún momento de su historia. El que viaja a Florencia lo hace para conocer la obra de Miguel Ángel y el que acude a la isla de Pascua va para ver sus totems. Ésa es la importancia de este tipo de escultura, no hay que pensar en su coste material sino su transcendencia.
-¿En otras partes del mundo ocurre lo mismo?
-En absoluto. Hacer escultura monumental en este país es un milagro, algo perverso para un escultor. Sin embargo, en Alemania, por poner un ejemplo, cuando una ciudad cuenta con algún artista con prestigio lo apoyan en todo para que no deje de crear.
-¿Es hiponcodríaco? ¿Está entre los que acuden a internet buscando información sobre las enfermedades?
-En absoluto. Siempre he sido muy descuidado para la salud, quizá porque nunca he estado malo. He leído que el trabajo manual, como es el mío, es una fuente de salud porque mantiene una conexión directa y rápida entre el cerebro y las manos. Me lo creo porque se libera mucha energía. Estoy convencido de que si no fuera escultor habría tenido más enfermedades. Y hago mucho ejercicio físico subiendo y bajando del andamio.
-Supongo que su profesión también tendrá algo malo.
-Ya tengo que empezar a cuidarme porque estar toda la vida apretando el barro conlleva una serie de lesiones, sobre todo en los tendones que puede terminar en artritis.
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