Estados Unidos

Achicoria para todos

Ya sé que hablar en estos términos de las autonomías no está dentro de lo políticamente correcto 

La Razón
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Las cifras de endeudamiento de las CC AA que publicaba el pasado sábado LA RAZON causan escalofríos. Más de un 28 por ciento en el primer trimestre del año en relación con el 2009 y acercándose a los 100 mil millones de euros. Al parecer las autonomías están tardando aún más que el propio Gobierno central en darse cuenta de que se acabó la fiesta y que los tiempos del derroche han pasado definitivamente. Si José Luis Rodríguez Zapatero ha estado dos años negando la evidencia hasta que la Unión Europea y Estados Unidos le han colocado ante el espejo, qué podíamos esperar de los reinos de taifa en los que el dinero se gasta, en no pocas ocasiones, en gilipolleces a mayor gloria de los sultanes y visires que inundan las administraciones públicas de paniaguados con sueldos de escándalo y tareas que provocan auténtico sonrojo. Viajes a los lugares más insólitos, coches oficiales, despachos, teléfonos móviles y un sinfín de prebendas que pagamos entre los contribuyentes para nada o, lo que es peor, para hacer el ridículo. Desde que los señores de Esquerra Republicana de Catalunya descubrieron el placer de pisar moqueta y tirar de visa oro hace ya casi siete años, la barra libre ha sido la tónica general de Comunidades y Ayuntamientos. Disparar con pólvora del Rey ha sido siempre un deporte muy español, y los nacionalistas e incluso los independentistas de salón no han podido resistirse a la llamada atávica. La idea de que el dinero público no es de nadie o, algo más perverso aún, que es de todos siempre y cuando esos todos sean quienes mandan, es viejísima en este país nuestro, pero es curioso que salvo las excepciones, que las hay y las ha habido ciertamente clamorosas, es a la izquierda a la que le gusta el lujo que incluso raya con la horterada, más que a un tonto un lápiz. Aquel «café para todos» del inicio de la transición se ha convertido con los años en «delicatessen» para todos y ahora, cuando pintan bastos, el café se va a convertir en recuelo de achicoria porque en el cajón del pan que se nutre de piel de contribuyente no hay ahora más que telarañas. «Embajadas», delegaciones, subvenciones a amiguetes y afines, y radios y televisiones desde el municipio más pequeño a la Comunidad más extensa, han ido sangrando las arcas públicas hasta dejarlas escuálidas. Ya sé que hablar en estos términos de las autonomías no está dentro de lo políticamente correcto, pero tampoco lo está que para mantener este ritmo de endeudamiento enloquecido tengamos que dedicar la mitad de nuestro trabajo en echar más madera a una locomotora que casi siempre está en manos del Buster Keaton del Maquinista de la General. Desde el PSOE y desde el PP es hora de que le pongan las pilas a los suyos para que los ciudadanos veamos que desde el poder se practica, y no sólo se predica, la austeridad. De lo contrario la credibilidad de los políticos seguirá por los suelos como muestran todas las encuestas en estos tiempos revueltos.