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Intereses en la desgracia por José Clemente
Nada fastidia más a las víctimas de una catástrofe que tener que sumar a la desgracia sobrevenida la que le sigue de promesas incumplidas, cuando no el uso partidista de la desgracia de todo un pueblo en la confrontación política. Pero como decía Robert Bresson para distinguir lo auténtico de lo que no lo es, lo verdadero destaca casi siempre la falsedad, mientras que lo falso impide que creamos o reconozcamos lo verdadero allá donde se encuentre o se produzca. O dicho en el más vulgar román paladino, no hay mejor defensa que un buen ataque, menester al que se han volcado con inusitado ahínco los socialistas murcianos a propósito de las ayudas recibidas por la Ciudad del Sol desde el primer día en que tembló la tierra. Como en la reforma laboral, las medidas de ajuste, las trampas bajo las alfombras de La Moncloa y la falta de calefacción en el instituto valenciano «Luis Vives», todo es culpa del PP, ya que el PSOE ni existía ni tampoco se le esperaba, hasta el momento de culpar a alguien por toda esa herencia que nos dejaron ocho años de gobernación disoluta. Pues bien, a dos semanas para que se cumplan los diez primeros meses del seísmo en Lorca, más del ochenta por ciento de las ayudas recibidas provienen de la solidaridad más elemental y las instituciones murcianas, con el Gobierno de Ramón Luis Valcárcel a la cabeza. Ahora le afean su desapego con Lorca y el abandono que sufre la tercera ciudad de la Región, pero como he dicho antes, los socialistas ni estaban ni se les esperaba, y eso que por Lorca pasaron para hacerse la foto más de la mitad del gabinete de Rodríguez Zapatero, que ahora pesca tranquilamente en el Duero como si se tratara de un ministro franquista retirado. Pero las cosas son como son y además habitan en las hemerotecas. Medio año después del temblor de tierra la capital del Guadalentín sólo había recibido del Gobierno socialista 1,2 millones, mientras que sus vecinos habían logrado recolectar entre peñas, agrupaciones, bares y bolígrafos, cerca de dos millones. En ese mismo periodo de tiempo el Ejecutivo de Valcárcel ayudó a los damnificados y se puso manos a la obra cuantificando los daños en poco más de 1.650 millones, toda vez que el PSRM trataba de montar una plataforma para quejarse del ritmo de las obras que sólo dependían de Zapatero. Y mientras el PSOE miraba para otro lado, Valcárcel no cesaba en reivindicar para Lorca un «plan Prestige» con el único fin de que las ayudas llegaran pronto y sin cicaterías a una ciudad destrozada por la naturaleza y castigada por la desidia de los gobernantes nacionales. En las playas de Arousa se retomó la pesca en un periodo de tiempo similar, mientras que Lorca fue castigada por el PSOE para crear un nuevo conflicto al PP. Esa y no otra es la realidad, o, al menos, mi opinión después de ver desde mi particular atalaya todo lo sucedido. En la sesión de control Valcárcel habló de todo ello y recordó que un 53 por ciento de los expedientes de ayuda se habían resuelto gracias a su gobierno. También confirmó que se ha reunido con casi todo el Gobierno y a todos les ha trasladado la reconstrucción de Lorca, porque a su juicio «se trata de un problema de Estado que requiere una solución de Estado».
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