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«En vivo y en directo»
Una vez que todos los mineros chilenos están salvos y sanos, conviene echar una mirada positiva a todo lo ocurrido, porque lo de «en vivo y en directo» ha significado algo muy importante para esta especie de alegría colectiva universal. Si no caemos en el mayor de los cinismos habría que decir que 33 personas muertas no significan nada a escala planetaria, son apenas los muertos en un atentado en Bagdad que ocurre todos los días, las víctimas de un puente festivo en las carreteras españolas, un ligero brote de enfrentamiento tribal en muchos países africanos, los muertos de hambre diarios en una población de algunos países hispanoamericanos... y así podríamos dar millones de ejemplos. ¿Qué ha hecho que el mundo entero se interese por estos 33 mineros? En primer lugar, lo dramático de la situación y que ésta estuviera dándose «en vivo y en directo» para miles de millones de personas diariamente. No se escandalicen si además digo que había espectáculo, un «reality» dramático como ningún guionista televisivo hubiera soñado. Un campamento con familiares, periodistas, técnicos... Luego, el mundo participando, por ejemplo, los sevillanos, y por tanto los españoles, orgullosos porque la primera sonda que llegó hasta los supervivientes confirmando que estaban vivos y la que facilitó los primeros alimentos se pudiera llevar a cabo gracias a la empresa sevillana Abengoa, técnicos alemanes y de otras partes del mundo y luego llegó la NASA y toda la generosidad de EE UU, tan pocas veces agradecida en el mundo. Un final feliz que es lo que más gusta en cualquier «reality», en cualquier espectáculo. Alegría mundial, un final feliz, y todo es porque gracias a las nuevas técnicas se llevaba a cabo «en vivo y en directo».
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