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De tallo bajo por Carlos Alsina

La Razón
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Primera anotación: si a Matas le han caído seis años por llenarle la buchaca a Alemany –y por llenarse el ego de loas compradas–, el horizonte penal que le aguarda es negro sima. Queda por juzgar el velódromo, queda Nóos y queda la presunta financiación ilegal del partido. El dinero público no es un grifo a disposición del cargo de turno para regar a sus colegas, familiares, afines o cómplices. La Justicia avanza al trote cochinero, pero las sentencias acaban llegando. Matas no es el único. Del «caso Gürtel» sólo se ha juzgado, hasta hoy, un pequeño fleco. Los ERE desaparecerán de las primeras páginas el lunes, pero Guerrero acabará penando en el trullo solo o en compañía de otros.

Segunda anotación: Griñán ya ha bosquejado su discurso dominical de asunción de la derrota. Los ERE son la guinda al pastel de una gestión mediocre que se ahogó en inercias. Resulta una broma de mal gusto presumir, a estas alturas, de que el paro en Andalucía crece menos que en otras comunidades (salvo que, tal como existe el pleno empleo, pueda llegar a existir el pleno paro). El PSOE andaluz sólo tiene de imparable su descomposición interna. Tres días para impacto. ¡Ánimo, Olli Rehn, ya queda menos para conocer los Presupuestos!

Y anotación tercera: si existiera un detector de vicios políticos inquietantes, éste habría pitado en Cádiz el lunes. Utilizar el altavoz de un acto institucional para hacer campaña por el partido de uno no sólo es reprobable, es burdo. La humildad de la que presume el gobernante empieza por saber distinguir la institución que encarna de su papel (menor) de líder de partido. Lo de Rajoy fue pecado venial, dicen sus groupies. Se acepta. Salvo que el desliz, por reincidencia, se convierta en síntoma.